Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Ignacio Martínez de Pisón, que visita esta tarde Cádiz, reconoce que le interesan los personajes complejos. :: V. GIMÉNEZ
ENTREVISTA

«Antes de pasar página, hay que acabar de leerla»

El autor de 'Dientes de leche' vuelve a novelar la historia en 'El día de mañana', protagonizada por un delator que trabaja para el régimenIgnacio Martínez de Pisón Escritor

ANA LEÑADOR alenador@lavozdigital.es
CÁDIZActualizado:

Arriesgadas y contundentes, las novelas de Ignacio Martínez de Pisón han sabido plasmar la complejidad del ser humano y reflejar la gris realidad de los episodios más nefastos de nuestra historia. A diferencia de otros escritores que se acercan a la Guerra Civil o al Franquismo desde una perspectiva simplista, el escritor aragonés afincado en Barcelona ha optado en sus dos últimas novelas por elegir protagonistas incómodos. Si el centro de 'Dientes de leche' giraba en torno a un fascista italiano en la contienda española, el de su última obra, 'El día de mañana', es un chivato al servicio del régimen. Hoy a las ocho de la tarde tiene una cita con sus lectores en la Feria del Libro de Cádiz.

-'El día de mañana' presenta la vida de un delator.

-Sí, es una historia en torno a un delator que trabaja para la policía política del Franquismo. Luego voy tejiendo una red con otros personajes que hablan de él y cuentan también su propia vida. No quería hacer una novela política, sino mostrar un fresco de lo que fue aquella Barcelona de los años 60. Hay emigrantes, hijos de emigrantes y catalanes de todo la vida que ayudan a vislumbrar esa Barcelona.

-¿Cómo construyó a Justo Gil?

-Desde el principio quería centrarme en un personaje complejo y lleno de claroscuros. Aunque al principio es un hombre con un objetivo, triunfar en los negocios, el destino le va arrinconando hasta que no puede escapar a ese oficio siniestro de delatar. El delator simboliza el envilecimiento del régimen.

-Lejos de ser un héroe que encandile al lector, ¿consiguió entender las motivaciones de Justo Gil y vislumbrar algo de bueno en él?

-No me gusta analizar la historia simplificando entre malos y buenos. El novelista ha de investigar la complejidad del alma humana y explicar por qué alguien acaba haciendo lo que hace. La epopeya es incompatible con la novela.

-Aunque la maldad sea parte del alma humana, un contexto como este es una vía rápida hacia el envilecimiento del hombre.

-El contacto con unas estructuras de poder bárbaras y crueles lleva a eso. Siempre me ha gustado esa paradoja. No me doy la ventaja de manejar personajes buenos, sino que provoquen rechazo. Igual hice en 'Dientes de leche', que exploraba la personalidad de un fascista italiano. Esa antipatía inicial se compensa al mostrar la complejidad y ridiculez de ese personaje, un hombre incapaz de llevar las riendas de su propia vida.

-¿Por qué gusta tanto la novela histórica centrada en estos episodios? Mencione una obra de este género que le guste especialmente.

-Las distintas generaciones tienen que reescribir siempre el pasado, cada una tiene su propia mirada. No fue lo mismo la guerra para quienes la vivieron que para sus hijos, igual con la Transición. El libro de Javier Cercas, 'Anatomía de un instante', ha recuperado un momento clave de varias generaciones de españoles, como la mía, que se dio cuenta de que la democracia era algo muy valioso.

-¿Recuerda qué hacía el 23-F antes del golpe?

-Sí, todos los que lo vivimos nos acordamos. Yo estaba en la facultad de Filología en Zaragoza cuando alguien vino a contarnos lo que había pasado. Es de esas fechas clave que terminan de definir cómo es una persona.

-Entonces, ¿para afrontar el futuro hay que entender el pasado?

-Cuando era joven no me interesaba para nada la historia, pero ahora, que tengo 50 años, sí que me interesa saber lo que ocurrió antes de que naciera o cuando era niño. Somos producto de nuestro pasado, y para explicar cómo somos ahora hay que revisitarlo de vez en cuando.

-¿Dónde están esas dos Españas?

-Afortunadamente, no se odian tanto como en el 36, pero es evidente que existen dos polos. Eso sí, nadie está animado a coger las armas. Por suerte, algunas lecciones de la historia hemos aprendido, a pesar de la crispación que hay entre los políticos.

-También hay dos grupos, los que buscan recuperar la memoria histórica y los que piensan que es mejor no remover el pasado.

-Habrá que olvidar y pasar página, pero antes hay que terminar de leerla. Todavía no hay consenso sobre la Guerra Civil, mientras que sí lo hay sobre la Transición. En algún momento habrá que prestar atención a los historiadores, jueces neutrales que manejan los datos. Hay que buscar una versión imparcial y objetiva.

Cine

-Estuvo casi una década sin escribir un guión, luego firmó el de 'Trece rosas', que le valió una nominación al Goya, y ahora co-escribe el de 'Chico y Rita'. ¿Recuperará esta faceta?

-Tengo un proyecto de una historia, que surge a partir de 'El día de mañana', pero que se centra en un comisario de la brigada político-social conocido por su brutalidad. No va a estar inspirado en mi novela, pero coincide en varios puntos. Desde niño me gustaba la idea de escribir películas, pero primero fui novelista. Cuando me tiré tanto tiempo sin escribir para cine fue porque lo que me proponían no era nada interesante. Con 'Chico y Rita' es que tenía muchas ganas de trabajar con Fernando Trueba. Es una idea muy original. Una película única.

-¿Qué película española le ha gustado más este año?

-'Pa negre' es muy buena pero también, 'Todas las canciones hablan de mi', el debut de Jonás Trueba, es deliciosa y llena de sensibilidad.