Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
fuertes terremotos en murcia

Tragedia con nombre y apellidos

Raúl Guerrero, de 14 años, murió sepultado frente al bar de sus abuelos; Emilia Moreno, de 22, estaba embarazada de ocho meses, y Juan Salinas, de 72, iba a jugar al dominó cuando cayó bajo la lluvia de piedras

MATEO BALÍN
LORCAActualizado:

La tragedia de Lorca tiene nombres y apellidos. Se llaman Raúl, Juan, Emilia, Rafael, Juana, Domingo y Antonia. Siete de los nueve fallecidos en el terremoto más mortal de los últimos 55 años. A la mayoría de ellos la lluvia de cascotes provocada por el seísmo les pilló en la calle, atenazados por el pánico tras la sacudida de 5,1 grados que crujió en la ciudad pasada las 18:47 horas del miércoles. Entre los escombros de su casa apareció otra víctima mortal, mientras que la última fallecida, una mujer de 41 años, no logró superar las heridas provocada por los golpes y pereció este jueves por la mañana en un hospital público de Murcia.

En el barrio de La Viña de Lorca, uno de los más afectados por el terremoto, falleció Raúl Guerrero, de 14 años. Murió sepultado por los escombros frente al bar de sus abuelos, que lleva el nombre del barrio. Raúl sucumbió cuando la tierra tembló por segunda vez, a las 18:47 horas, ya que la primera sacudida, de 4,5 grados a las 17:05 horas, dejó sólo el susto.

La cornisa del edificio se derrumbó sobre el menor, que murió en el acto ante la mirada impotente de sus familiares. Lo cierto es que el desafortunado pudo ser cualquiera de los parroquianos del bar, que tras la sacudida salieron despavoridos a la calle. Una pila de cascotes aplastó dos coches y otra se llevó la vida de Raúl, estudiante del Instituto Juan Bosco de Lorca.

"Era mi amigo, y no he podido hacer nada por él", contaba al diario 'La Verdad' un joven nigeriano. "Es tremendo, podríamos haber muerto cualquiera de nosotros", relataba Cecilio García, amigo también de la familia

En otra parte de Lorca, en el barrio de San Diego, falleció Rafael Mateos, de 48 años. Dueño de una conocida zapatería, estaba casado y tenía dos hijos. Al igual que Raúl, Rafael salió disparado de su tienda cuando se produjo el segundo gran temblor y la cornisa del edifico le cayó encima. Clientes de la zapatería recordaba su afición por el fútbol y, sobre todo, por el dominó.

Una devoción que profesaba otro de los muertos, Juan Salinas, de 72 años, que también perdió la vida en esa barriada. Juan, vecino de la pedanía de Coy, llevaba ocho meses en la residencia de ancianos San Diego. Soltero y sin hijos, sus dos únicos familiares directos eran dos sobrinas, salió poco antes del primer terremoto de la residencia, como era su costumbre, para jugar una partida de dominó con sus amigos en un centro cívico. Al advertir que el anciano no había regresado, los responsables del centro se pusieron en contacto con las autoridades. Juan apareció sepultado entre los cascotes pocas calles más allá del asilo.

Doble embarazo

Más trágico si cabe fue el fallecimiento de Emilia y Juana, a las que unía un embarazo. Emilia Moreno, de 22 años, estaba encinta de ocho meses y falleció por el desprendimiento de una cornisa en el barrio de San Pedro. Pese a su juventud, tenía una niña de dos años.

La lluvia de piedras también sorprendió en la calle a Juana Canales, de 51 años. Dueña de una bodega en la calle Galicia, pasó el primer seísmo en el interior de su establecimiento, un temblor que provocó grietas y otros desperfectos. Juana estaba en la calle llamando al seguro para dar cuenta de estos daños cuando el suelo se volvió a remecer y el tejado de un edificio aledaño cayó literalmente encima de ella. Otra de las víctimas fue un ciclista que perdió la vida igual, sepultado por los escombros en la calle Puente Jimeno

Entre los heridos de gravedad se encuentra una mujer de 73 años, ingresada en la UCI del hospital Arrixaca de Murcia con un síndrome coronario agudo; un niño de tres años permanece en cuidados intensivos de ese mismo centro médico; y otra mujer, de 36 años, está ingresada en la unidad de reanimación tras ser intervenida por un traumatismo. La evolución de los tres es favorable.