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MILENIO

EN CAMPAÑA

JUAN TEBA
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Debe de ser cierto: Se impone el cambio de ciclo político a tenor de los indicios y personajes fundamentales que últimamente regresan a las tribunas públicas y a los balcones de las diferentes organizaciones políticas. ¿Desde cuándo no veíamos a Felipe, otra vez de pana, disparando discursivamente sin vacilaciones contra los antiguos adversarios? Y lo mismo hace el frágil Rajoy desempolvando a algunos compañeros de las milicias universitarias que hoy serían generales o agregados militares en foros internacionales como José María Aznar, muy añorante, presumiblemente de cierto rancho de numerosos acres de la USA profunda.

Incluso vuelve Guerra con su verbo intacto y más afilado si cabe. Renovarse o morir. Pero el PSOE no es lo que era, mientras la derecha dura se ha enrocado en sí misma y lanza lengüetazos cargados de veneno. La política nunca fue un escenario romántico por donde paseaban delicuescentes damas que protegían su azoramiento bajo una sombrilla de desmayados colores. No. Es un espacio sin concretar por donde, en general, se pueden insultar y mancillar al primero que vaya de exhibicionista o intoxicando.

Desde días atrás, pues, se ha abierto la veda y cada cual se defiende por instinto más que por convicción. Los cronistas del género político rememoramos, cuando el ánimo se nos hunde sin remisión, aquellas campañas electorales por las carreteras tercermundistas de una Andalucía que comenzaba despertarse con la brisa matutina de la democracia. Y estábamos ilocalizados días repetidos, confundiendo los lunes con los jueves y las cañadas con las tabernas pueblerinas. Dicho esto, ahí va lo siguiente: eran campañas más humanas y menos crueles. Sin embargo, los mandatarios políticos jamás cambiaron ni un ápice de sus talantes y frustraciones. De los nuestros, pues, un par de ellos, en concreto, se dedicaron a la poesía y hoy tienen publicado varios libros de poemas y son admirados por el censo femenino. Y hay quien se fue a Perú a hacer fortuna. Lo que debemos de hacer es ir apuntando cuidadosamente el maltrato de los políticos, esas criaturas alucinantes que convocan ruedas de prensa con la advertencia de estar prohibida hacer preguntas. Cierto es. Pero le seguimos hablando como si tal, y convencidos de que son personas más bien raras y delirantes. Pero todo es susceptible de empeorar.