Bomberos tratan de apagar un incendio en una iglesia copta de El Cairo entre las protestas de musulmanes. :: AP
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La guerra religiosa vuelve a incendiar El Cairo

El rumor sobre el secuestro de una musulmana por cristianos desata la violencia y deja al menos doce muertos y casi doscientos heridos

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Todo empezó, como suele ocurrir en casi todos las tensiones entre musulmanes y cristianos egipcios que terminan mal, con un rumor. Los coptos de Imbaba, un céntrico barrio cairota, tenían secuestrada a una mujer convertida al islam en la iglesia de Mar Mina. Según otros, la cristiana se había casado con un musulmán. Nadie pudo confirmar el bulo pero, durante la madrugada de ayer, una multitud enfurecida se fue congregando frente al templo. Los enfrentamientos duraron toda la noche y dejaron doce muertos, cerca de doscientos heridos, muchos de ellos por disparos, y dos iglesias en llamas, según la televisión estatal.

La violencia confesional pone contra las cuerdas al Gobierno de transición egipcio, liderado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. El primer ministro, Essam Sharaf, convocó ayer una reunión de crisis, y pospuso una gira por los países del Golfo. Pero, sobre todo, pone de manifiesto que, a pesar de los cambios que se están viviendo tras la revolución que derrocó al expresidente Hosni Mubarak, en Egipto aún quedan muchas tensiones por resolver.

No está claro quién inició el tiroteo, aunque algunos testigos aseguraron a la agencia Efe que los primeros disparos procedían del interior de la iglesia de Mar Mina. Otros señalaron que fueron hombres desde tejados o balcones cercanos al templo quienes apuntaron contra la multitud. Un grupo de musulmanes lanzó cócteles molotov contra el templo, y luego se desplazó hacia la cercana iglesia de la Virgen María, que también fue incendiada. La Policía militar se desplegó en el barrio de Imbaba, donde se impuso un toque de queda, para dispersar a la multitud con gases lacrimógenos y disparos al aire.

La prensa egipcia describió a la masa que se concentró frente a la iglesia de Mar Mina como salafistas, seguidores de una de las ramas más conservadoras del islam que, tras el cambio de régimen, han tenido un resurgir en la vida pública.

El régimen de Mubarak ató corto a la mayor parte de los grupos islamistas del país, radicales o no. Pero, desde su caída, los salafistas han ganado confianza, e incluso han formado un partido político para presentarse a las elecciones legislativas del próximo septiembre. Varios cientos de ellos marcharon el pasado viernes, según AP, por el centro de El Cairo para condenar la muerte de Osama bin Laden a manos de un comando estadounidense.

Tras su reunión de urgencia, el Consejo de Ministros decidió ayer endurecer las penas para aquellos que inciten a la violencia sectaria y para los que ataquen lugares de culto o amenacen la libertad religiosa. El Ejército egipcio aseguró además que 193 personas han sido detenidas en relación con los sucesos.

El enfrentamiento de la madrugada de ayer es el segundo gran episodio de violencia confesional que se registra en la capital egipcia desde el triunfo de la revolución. El último encontronazo, en marzo, dejó trece muertos. Las hostilidades de ayer coincidieron con la aparición pública de Camelia Shehata, que desmintió en televisión haberse convertido al islam y haber sido encerrada en un monasterio, como apuntaban algunos grupos musulmanes.

El 'caso Shehata'

El caso de Shehata, esposa de un cura copto, desató la polémica a finales del año pasado y tuvo consecuencias a miles de kilómetros de Egipto, cuando terroristas islámicos causaron una matanza en una iglesia en Irak y amenazaron varios templos cristianos en el país del Nilo. Se desconoce, por ahora, si su intervención en televisión tuvo algo que ver con este último episodio de violencia.

Los Hermanos Musulmanes, el principal grupo islamista egipcio, se apresuraron a condenar los graves enfrentamientos. «Deberíamos acabar con esta violencia, no deberíamos permitir que esta gente arruine lo que hemos conseguido con la revolución de enero», declaró el portavoz de ese colectivo, Essam el-Erian, en un entrevista televisada. El-Erian también apuntó a seguidores del antiguo régimen de instigar la violencia sectaria para frenar los avances de la revolución.