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Un nutrido grupo de mujeres da los primeros pasos en el Real del González Hontoria | ESTEBAN
feria del caballo 2011

Tímido y caluroso arranque de la Feria

El ambiente concurrido de la caseta del mayor fue lo más destacado de la jornada. El primer día estuvo marcado por el calor y la escasez de visitantes

Almudena Doña
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31 grados marca el termómetro en la avenida Álvaro Domecq y la sensación térmica en el Real es casi insoportable. Los más 'fatigas' han decidido enseñar los dientes a la crisis y se han lanzado en plancha a disfrutar del primer día de Feria. Sin restricciones. Sin cortapisas, o al menos así lo dan a entender mostrándose de lo más eufóricos. El González Hontoria, con todo, no registra un lleno destacable en este tan esperado lunes. Los viandantes no paran de comentarlo: «El año pasado había más gente; los jerezanos no tienen dinero».

Efectivamente, se podría pasear mucho más a gusto por el recinto ferial, con calles bastante despejadas, si no fuera por el implacable lorenzo que luce desde casi primera hora de la mañana. La Feria, eso sí, no decepciona, y viste tan bonita como cualquier año aunque una de sus señas de identidad, como es el albero, brilla por su ausencia: «El Ayuntamiento ya no tiene dinero ni para el polvo del camino», se quejan algunos.

En general, se ven pocas gitanas y poco gentío; el lunes se presenta, a priori, como el día más soso de la Feria. Apenas se observan grupos de mujeres cantando a lo lejos y la presencia de caballos casi ni se aprecia. Por falta de gas, incluso parece desinflada la tan temida campaña electoral. Los partidos llevan meses amenazando con descargar toda su artillería pesada en la semana fiestera por excelencia; sin embargo, en vez de andar por el Real entre baños de multitudes prefieren resguardarse del calor dentro de las casetas, y han sustituido los folletos propagandísticos por abanicos. Todo sea por la salud del viandante, o al menos así lo venden ellos.

Tampoco ningún líder político de altos vuelos ha hecho su desembarco, de momento, por el Real. Como actos, solo cabe destacar la comida ofrecida por los populares y el ambiente inigualable que se vive en la caseta de la tercera edad, coincidiendo con la celebración del Día del Mayor. En este último caso, los mayores parecen no temer a las lipotimias; en la caseta no cabe un alfiler y sus ocupantes bailan al ritmo de la conga y los 15 años del Dúo Dinámico como si les fuera la vida en ello.

«¡Más rebujito, que no decaiga la fiesta!», grita la animadora mientras jalea a los abuelos, que siguen ajenos al bochorno insufrible del interior de la caseta. Muchos de ellos se acercan a la alcaldesa, que ha acudido a tomarse un refrigerio con parte de su candidatura; ella les escucha y les sonríe, aunque parece estar pensando en otras cosas. Algo más lejos, los populares sirven su tradicional almuerzo sin que haya cambiado un ápice su menú, a pesar de los rigores climatológicos. «Los médicos recomiendan que en los días de calor se coma mucho puchero para evitar las bajadas de tensión», justifica la concejala Felisa Rosado, mientras sirve platos de berza a los presentes.

Lo que nunca falta, como en ninguna edición que se precie, es el socorrido rebujito que entra como si de agua se tratara. Las jarras pululan por doquier y los precios van cambiando según la caseta de la que se trate. Una vez más, la de los mayores sirve de referencia: la media de fino se vende a 4 euros, frente a los 6 que se encuentran en el resto. La copa larga, a 3,5 euros, y el whisky solo a 2,5. Salvo por la salud, la tercera edad no tiene excusa para liarse la manta a la cabeza y beber hasta que el cuerpo o el bolsillo aguanten.

A medida que avanza la tarde, no obstante, el termómetro afloja, los curritos salen del trabajo y comienza a vislumbrarse algo más de ambiente, que seguro aumentará conforme llegue la noche. Hoy martes, coincidiendo con el Día de los Cacharritos, se prevé una afluencia masiva de niños que acudan a disfrutar de su jornada por excelencia. Mientras ellos habrán pasado la noche en vela ante la emoción de su reencuentro con la calle del Infierno, los padres no habrán pegado ojo haciendo cuentas para ver cuánto de grande será el agujero que este año les hará la Feria en los bolsillos.