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La popular María José García-Pelayo habla animadamente con una de las clientas del mercadillo de Estella del Marqués. :: L. V.
22M | ELECCIONES MUNICIPALES | jerez

El disputado voto del mercadillo

Los candidatos a la Alcaldía compartieron una intensa jornada dominical con los comerciantes y clientes para buscar su papeleta

A.DOÑA / E. ARBOLEDAS
JEREZ.Actualizado:

«No te pongas delante, hija, que me tapas el género y entonces no vendo». Con esta espontaneidad se dirigía una vendedora del mercadillo de Estella a María José García-Pelayo, mientras la candidata popular posaba para una de sus innumerables fotos. En la mañana de ayer, el desembarco en la pedanía jerezana fue total, y compradores y trabajadores combatieron el calor y pasearon entre saldos tropezándose con buena parte de la clase política.

El equipo del PP fue el primero en llegar, pero luego lo haría el candidato de IPJ, Antonio Conde, junto con una representación importante de IU encabezada por su coordinador regional, Diego Valderas. Por los puestos de aceitunas y ropa interior desplegaron la mayor de sus sonrisas al tiempo que repartían folletos y octavillas de sus partidos, invitando al voto siempre en pos del «cambio». Los ciudadanos reaccionaban de maneras distintas pero con un denominador común: el desencanto con la clase política se palpaba en el ambiente.

«Ellos vienen aquí a hacerse la foto, pero luego no hacen caso de nuestros problemas», se lamentaba un autónomo, Antonio Suárez, recordando las restricciones que para los vendedores ambulantes va a suponer la Ley Bolkestein, aprobada por el Parlamento Europeo. «Las licencias van a renovarse por sorteo y no se va a tener en cuenta al que lleva 20 años en el negocio; los autónomos estamos manteniendo el país y a ellos no les interesa».

«Todos son iguales... Yo paso de la política», decía un vecino de la zona, mientras otra señora apostillaba: «Siempre dicen lo mismo; son cuentos y más cuentos». «Por aquí viene una (en referencia a García-Pelayo) y seguro que detrás vendrá la otra», contaba una joven a sus amigas, dejando traslucir cierto hartazgo. Los más condescendientes, al menos, recibían la publicidad con un «gracias, señora o caballero», si bien tampoco mostraban excesivo entusiasmo ante el panorama.

«Algo tendrán que hacer para que los voten -argumentaba un grupo de jóvenes-. No nos parece mal que vengan aquí, pero nos preguntamos... ¿quién paga toda esa publicidad? lo que quieren todos es llevárselo calentito». A diferencia de esta corriente de pesimismo, algunos mayores se mostraron esperanzados con la aparición de los líderes políticos a los que se dirigieron para contarles abiertamente sus problemas y transmitirles, como a la candidata popular, sus deseos de que «a ver si esta vez, por fin toca».

Algo parecido vivió el candidato del PSA, Santiago Casal, que se dio un baño de multitudes en el mercadillo de la Alameda Vieja. Armado con ganas de hablar y cientos de programas en sus manos, el andalucista departió amablemente con los curiosos que se arremolinaban en busca de una ganga.

Hubo reacciones para todos los gustos y muchos de los ciudadanos presentes no dudaron en trasladar sus propuestas. Vivienda y trabajo fueron los temas estrella. «Santiago, necesitamos más casas».

Aunque la palabra que copó el primer puesto de la lista fue el empleo. Fueron muchísimos los comerciantes que pidieron una solución a este galopante problema e incluso alguno de los allí presente comentó: «¿Qué vas a hacer por nosotros? Necesitamos trabajo. Si es capaz de conseguirlo, yo voto por este hombre».