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Actualizado: GuardarAunque la noticia se me queda antigua y quizás pinte poco el domingo en que se inaugura nuestra Feria del Caballo, como católico, no puedo dejar pasar un día más sin escribir algunas líneas sobre las declaraciones vertidas el pasado domingo por el responsable provincial del sindicato UGT, Salvador Mera, quien llamó «golfo» a Papa Juan Pablo I, justo el mismo día en el que éste era beatificado en Roma.
La historia es la siguiente: por vez primera en nuestra historia democrática, la manifestación provincial del 1 de mayo se había trasladado a Jerez, ciudad donde la cifra del paro supera los 30.000 habitantes. Supongo que tal circunstancia debió crear algún tipo de expectativas a los líderes sindicales que, seguramente, pensarían que la manifestación sería multitudinaria. La realidad fue bien distinta. Al acto asistieron entre 2.000 (según Policía Local) y 3.500 personas (según organización), por lo que al término del acto, cuando llegan los discursos y nuestros sindicalistas se exaltan hasta romperse las venas de la garganta, el tal señor Mera dice que: «seguramente en el Vaticano hay más gente que aquí, santificando al «golfo» ese».
Pues mire usted por dónde, fue verdad. Entre la plaza de San Pedro y calles adyacentes, más de un millón de fieles asistían a la beatificación del «golfo», que ha sido gran líder espiritual de la Iglesia Católica.
No obstante, señor Mera, para que sepa algo más sobre aquello que insulta, le voy a dar algunos datos tras los que se esconde la labor del «golfo» ese. Sepa que la Iglesia Católica regenta sólo en España, 5.141 centros de enseñanza con 990.774 alumnos. Ello supone un ahorro al Estado en torno a 3 millones de euros por centro y año. Gestiona 107 hospitales que nos ahorran alrededor de 50 millones de euros por hospital y año. 1.004 centros de atención, entre dispensarios, ambulatorios, asilos, centros de minusválidos, centros de transeúntes y enfermos terminales de SIDA, lo que implica 51.312 camas y un ahorro de casi 4 millones de euros por centro y año.
Sigo: la Iglesia mantiene solo en nuestro país, 365 centros de reeducación para marginados sociales (ex-prostitutas, ex-presidiarios y ex-toxicómanos), lo que cubre una población de 53.140 personas y ahorra a los servicios sociales 500.000 euros por centro y año. Gestiona 937 orfanatos, donde viven 10.835 niños abandonados, y ello ahorra casi 100.000 euros anuales por centro.
Y sigo más: desde los bolsillos de los católicos (esa bolsita que se pasa en Misa), salen 155 millones de euros anuales que permiten a Cáritas realizar su inmensa labor social (pregunte a alguno de sus afiliados), más otros 43 millones de euros que van para Manos Unidas, y 21 millones de euros más que se destinan a las Obras Misionales Pontificias (Domund).
La Iglesia, además, paga el 80% del gasto de conservación y mantenimiento del Patrimonio histórico-artístico, y se estima que ello supone un ahorro aproximado al Estado de 35.000 millones de euros anuales.
Y, por supuesto, la casi totalidad de personas que trabajan o colaboran con la Iglesia Católica, Manos Unidas o Cáritas, son voluntarios que no cobran.
Frente a todo ello y como a estas alturas le supongo algo abrumado, permítame que le pregunte ¿cuántos comedores para indigentes ha abierto UGT?, ¿cuántos hospitales para enfermos terminales de SIDA mantiene abiertos UGT?, ¿puede un necesitado pedir un bocadillo en la sede del sindicato?... Y las dos preguntas más interesantes: ¿cuántos dirigentes sindicales trabajan de forma voluntaria y sin cobrar por el bienestar de los demás?, y ¿cuánto se ahorra el Estado gracias a la UGT?...
Entiendo que debe ser frustrante que en una provincia con 183.200 parados no acudan ni 2.500 personas a la principal movilización del Día del Trabajo. Es cierto que muchos estaban viendo la beatificación del «golfo» ese, como es verdad que otros muchos asistíamos a las múltiples Primeras Comuniones católicas que se celebraban aquel día. Sin embargo, lo triste para ustedes, es que la baja asistencia a sus convocatorias se debe a la nula credibilidad que ofrecen unos sindicatos trasnochados, vividores del cuento y la subvención y que representan a poca gente, salvo ellos mismos y sus familiares.
Así que ante tamaña reflexión, por favor plantéese de nuevo quien es el golfo en toda esta historia.