El Pentágono falla en su intento de eliminar al 'sucesor' de Bin Laden
El ciberpredicador radical Anwar al-Awlaki salió ileso de un ataque de aviones no tripulados en Yemen
ISLAMABAD. Actualizado: GuardarApenas cuatro días después de matar al líder de Al-Qaida, Osama bin Laden, en Pakistán, los aviones no tripulados estadounidenses estuvieron a punto de hacer lo propio con Anwar al-Awlaki en Yemen. El ciberpredicador radical escapó el jueves a un ataque en la provincia de Shabwa, según informaron responsables de seguridad de EE UU. Los miembros de su tribu confirmaron la acción y aseguraron que «el vehículo fue alcanzado levemente, pero sus ocupantes pudieron seguir su camino en otro coche». Dos miembros de la organización perdieron la vida en la incursión, un tipo de operación cada vez más frecuente tras autorizar Saná a Washington el uso de drones en enero de 2010.
Desde que el pasado verano los servicios norteamericanos estimaroan que Al-Qaida en la Península Arábiga -nombre que recibe la red tras la fusión de los grupos de Yemen y Arabia Saudí en 2009- suponía su «mayor amenaza», los esfuerzos se han redoblado para intentar frenar a esta rama del grupo que ha encontrado en las provincias del interior yemeníes un santuario similar al que ofrece la frontera afgano-paquistaní.
En apenas dos años de vida el grupo se ha ganado el calificativo de «amenaza global» por parte de la agencia de inteligencia estadounidense, ya que se ha centrado en ataques a nivel internacional. Su tarjeta de presentación fue en agosto de 2009 cuando intentaron asesinar al responsable de la lucha antiterrorista saudí Mohamed Bin Nayef con un ataque suicida.
Yemen engendra desde hace tres décadas a la bestia del integrismo islámico en lo más profundo de sus entrañas, acogida en valles y desiertos alejados de un poder central incapaz de suplir las leyes tribales que imperan en las provincias y más preocupado estos días por sofocar la revolución popular que desde hace tres meses exige la dimisión del presidente Alí Abdulá Saleh.
Un escudo interesado
Activistas de los derechos humanos como Abdulrahman al-Barman, abogado de los 94 presos yemeníes acusados de pertenecer a la red terrorista que permanecen en las cárceles de Guantánamo (92) y Afganistán (2), han arremetido contra las autoridades «por usar el factor Al-Qaida para su propio interés, como un escudo para que Occidente le mantenga en el puesto a cambio de que les tenga bajo control», como declaró en una visita reciente a Saná.
Mientras EE UU se centra en ataques selectivos contra los líderes insurgentes en Pakistán o Yemen, los talibanes afganos llevaron ayer a cabo una nueva demostración de fuerza tras atacar de forma coordinada la casa del gobernador, la municipalidad, la oficina central de los servicios de inteligencia y varias comisarías de Kandahar, principal feudo insurgente al sur del país. Al menos ocho personas perdieron la vida y otras 29 resultaron heridas tras una ofensiva que el Gobierno de Kabul calificó de «venganza por la muerte de Bin Laden».
Este extremo fue negado por un portavoz insurgente, que aseguró que llevaban planeando el ataque «desde hacía meses». Los esfuerzos de la OTAN no bastan para garantizar la gobernabilidad de una provincia que el mes pasado también fue noticia por la fuga de 541 presos insurgentes de la prisión central a través de un túnel de 320 metros. A falta de dos meses para el inicio del repliegue estadounidense el sur del país centroasiático sigue siendo una pesadilla para las fuerzas internacionales.