Javier de la Rosa es biólogo especializado en acuicultura. :: ANTONIO VÁZQUEZ
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«He visto a amigos ocultar en sus currículos que son licenciados»

Javier de la Rosa Biólogo en desempleoLas oposiciones son la mejor salida que ha encontrado este gaditano, cansado de las dificultades para encontrar un trabajo

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Javier de la Rosa aún no ha cumplido los 30, está licenciado en Biología, tiene un máster de acuicultura y habla inglés. Nadie podría pensar que con un currículo así costara trabajo encontrar un empleo en una de las provincias con mayor tradición de esteros y cultivo de especies marinas. Ese fue uno de los motivos por los que decidió especializarse, pero la crisis tiró por tierra sus planes.

Terminó la carrera en 2006 y decidió que la mejor opción era seguir estudiando, «un máster te abre muchas puertas», se sonríe ahora cuando lo recuerda, y se trasladó a Las Palmas de Gran Canarias para hacerlo. Cuando finalizaron las clases surgió la oportunidad de terminar la tesis en una universidad de Hawaii, donde perfeccionó el inglés, pero al volver a España se truncaron todas sus expectativas.

«Trabajar en lo tuyo es muy difícil, a veces pienso que tener una licenciatura me cierra puertas porque las empresas buscan perfiles menos formados, o no están en condiciones o no están dispuestas a pagar lo que cuesta un titulado superior y directamente no te llaman», reconoce. El modelo de negocio de Cádiz tampoco encaja mucho con su perfil. Javier probó suerte en una piscifactoría de San Fernando que cultiva langostinos, fueron unos meses de prácticas que le sirvieron para conocer la dinámica de la acuicultura gaditana. La empresa cerró al poco tiempo. «Son negocios artesanales con una plantilla limitada. Lo mismo que se crean, desaparecen, no son cultivos intensivos ni a gran escala», explica el gaditano.

«Hoy es difícil trabajar en lo tuyo y muchas veces hay que aceptar ofertas que no cumplen tus expectativas», admite. Cuenta Javier que ha visto a algunos compañeros ocultar en sus currículos que son licenciados e incluyen el título de grado formativo que se sacaron después. Hasta ahora él ha decidido no hacerlo.

Trabajó en el acuario de Zaragoza durante la expo, ese fue su primer contrato y cuando terminó las cosas estaban aún peor. Probó entonces con la investigación , pero la demanda es muy alta. «Estoy en la reserva de un buen número de universidades», bromea. Y ahora se ha decidido por las oposiciones. Desde hace un año prepara las pruebas para inspector de pesca del Estado.

«Tampoco son fáciles y además hay que tener en cuenta que cada vez somos más los que nos presentamos», resalta. Por poner un ejemplo, recuerda que en la anterior convocatoria celebrada a finales del año pasado fueron 20 por cada plaza cuando un par de años antes apenas había una por cada siete. Ante esta situación, Javier lo tiene claro: «codos, es lo único que me queda y seguir perfeccionando los idiomas». Ahora le ha entrado el gusanillo del italiano, pero no descarta el alemán, «es para tenerlo en cuenta si es cierto que Angela Merkel va a necesitar a tantos profesionales».