PAN Y CIRCO

LLEGÓ EL MOMENTO

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El Cádiz será lo que sus aficionados quieran que sea. Pertenece a la gente, más allá del dueño o el empresario que lo dirija. Lo mismo que Cádiz no es de Teófila, ni España de Zapatero, el Cádiz CF no es de Antonio Muñoz. De perogrullo, pero es menester insistir en este mensaje porque todavía hay tercos equivocados que se niegan a apoyar a su equipo o respaldarlo aduciendo como excusa la persona del máximo accionista. ¡Valiente tontería!

Carvallo clavaba las faltas en la escuadra mucho antes de que el cordobés apareciera por la Tacita. Mejías y la quinta de Elche se dejaron la vida por este escudo, Mágico, Kiko, Dertycia y muchos más forjaron la leyenda del Submarino, y el de Doña Mencía aún no tenía mando en plaza. Él pasará y el Cádiz quedará, aunque lo haga hecho añicos.

Unos 5.000 seguidores han sabido diferenciar perfectamente entre ambos conceptos, apoyando al equipo y dándole la espalda al gestor durante una temporada durísima. Pero hacen falta más. Ahora hacen falta más.

Para los que tengan alguna duda, para aquellos que no hayan decidido qué hacer con sus vidas hoy de cuatro a seis de la tarde, ahora mismo le acaba de salir este plan. En Carranza esta institución se juega gran parte de su futuro, y si alguna vez lo ha sido de su pasado, no hay mejor día para que se produzca la tan ansiada reconciliación. No importa ni el rival, ni los jugadores, ni el presidente ni el máximo accionista. Solo importa el Cádiz. Y Cádiz.

La batalla comienza hoy y el ejército ha sido llamado a filas. Han de llegar los refuerzos. Los jugadores necesitan el aliento de los suyos, al club le urge una inyección económica para sobrevivir, y los cadistas merecen una alegría después de tantos sinsabores y amarguras. Sobran los motivos para todos.