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fútbol | Premier League

La linier atropellada

La polémica persigue a la juez de línea Sian Massey, arrollada este lunes por un jugador en un partido. ¿Fue adrede?

PÍO GARCÍA
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Lunes, 2 de mayo. Sian Massey (Coventry, 1985), juez de línea, está atenta al partido, con su banderín en la mano izquierda. El Cardiff City se enfrenta al Middlesbrough en un encuentro de la segunda división inglesa. Corre el minuto 62 y van ganando los visitantes 0-3. De repente, un jugador local, el escocés Kevin McNaughton, alias 'zorro plateado', llega hecho una furia. Quiere quitarle el balón a un rival, Rhys Williams, pero no controla su velocidad y acaba arrollando a Sian Massey. Kevin se levanta y se va. Sian también y sonríe. Parece un lance del juego más.

Sin embargo, cuando el vídeo se pasa a cámara lenta, el espectador nota algo raro: McNaughton cambia repentinamente su trayectoria y aterriza sobre las espaldas de la juez de línea, a la que derriba con violencia. Las imágenes han volado por internet y han encendido un debate apasionado: ¿lo hace a propósito?

De momento, la Federación Inglesa ha dicho que allí no pasó nada y que no tiene por qué sancionar a McNaughton. El incidente ni siquiera fue registrado en el acta por el árbitro principal, Graham Scott, que esbozó una leve sonrisa cuando su asistente se levantó. Y el agente del jugador escocés, John Viola, niega con rotundidad que su cliente tenga esos arrebatos machistas: "No es de ese tipo de gente. Al contrario. Es el futbolista más amable del mundo. Simplemente, estaba concentrado en el juego".

Pero los internautas no opinan lo mismo. La plataforma Youtube y la página de Facebook de Sian Massey se han llenado de mensajes indignados procedentes de todo el mundo. "Sigue adelante, Sian. Los machistas se ven amenazados por tu presencia", claman. "Tú corazón es más grande que McNaughton", le arengan. Otros espectadores, sin entrar a valorar la intencionalidad o no de Kevin McNaughton, critican la falta de elegancia del futbolista, que ni siquiera se interesó por la salud de su inopinada víctima. La arrolló, se levantó y se fue.

"¡Qué sabe una mujer!"

Por ahora, la juez de línea calla. Tampoco quiso entrar al trapo en enero, cuando dos comentaristas de la cadena Sky hicieron a su costa algunas bromas machistas. Sian había sido designada para llevar el banderín en un partido de la Premier League (la primera división inglesa) entre el Wolverhampton y el Liverpool. Era la segunda vez que Massey arbitraba un encuentro de la máxima categoría y su presencia chocó a los locutores deportivos más populares de la cadena Sky, Andy Gray y Richard Keys.

Durante la transmisión del partido, Andy Gray, antiguo futbolista internacional por Escocia, y su compañero soltaron estas perlas:

- (Keys) Alguien debería bajar y explicarle la regla del fuera de juego a esa chica.

- (Gray) ¿Puedes creerlo? ¡Una mujer juez de línea! Si las mujeres no entienden la regla del fuera de juego.

- (Keys) Por supuesto que no.

Pese a las peticiones de disculpa posteriores, más o menos forzadas, los dos comentaristas fueron despedidos de su trabajo. Una decisión inapelable, sobre todo después de que alguien sacara a luz algunas conversaciones previas (supuestamente fuera de micrófono) entre un reportero de la cadena y Andy Gray, que bromeaba acerca de Sian Massey, una chica "guapilla", en cuyo juicio futbolístico "evidentemente no se podía confiar".

El asunto sobrepasó el ámbito deportivo. Una diputada conservadora y entrenadora de fútbol, Tracey Crouch, exigió una disculpa pública. Y Kelly Cates, la hija del entonces entrenador del Liverpool, Kenny Dalglish, optó por la ironía: "Acabo de leerme la regla del fuera de juego -tecleó en la web-. Uf, demasiado para mi flaco cerebro. Debo tenerlo dañado por los efluvios del esmalte de uñas".

Ante semejante clamor, Richard Keys y Andy Gray perdieron su trabajo. El contrato de Gray, según el Daily Mail, ascendía a 1,9 millones de euros. Sian Massey no dijo nada. Odia este tipo de polémicas. Alguien de su entorno aseguró que ella solo quería superar el mal trago y arbitrar. Pero se ve que lo tiene difícil.