Editorial

Un dato mejor

La reducción del paro abril demuestra que en lo inmediato el empleo depende del turismo

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El descenso en 64.309 personas del paro registrado en abril puede ser indicativo de que el desempleo esté tocando fondo en nuestro país, pero difícilmente justificaría el optimismo mostrado por el presidente Rodríguez Zapatero al afirmar que es un «muy buen dato». La reducción del número de parados inscritos el pasado mes en los servicios públicos de empleo responde en buena medida a la coincidencia con las vacaciones de Semana Santa. Así lo indican tanto su incidencia territorial, notable en las comunidades autónomas que atraen mayor número de visitantes, como su desglose sectorial. Todos los indicadores apuntan a que España podría conocer un período prolongado en el que los datos de pérdida y de creación de empleo oscilen según el ámbito geográfico o el sector económico de que se trate hasta describir un lentísimo proceso de generación de nuevos puestos de trabajo. Aunque el dato de abril permite pensar, además, que durante lo que resta de 2011 la economía española solo podrá contar con el sector turístico para enjugar de manera sustancial tanto el retraimiento del consumo interior como, sobre todo, la amenaza de los 5 millones de parados. Las tensiones en los países del norte de África, competidores directos de nuestra oferta, tienden a favorecerlo. Pero si bien las distintas administraciones concernidas por el fomento del turismo deben contribuir a que dicho sector palie los problemas que aquejan a la economía y al empleo en España, el carácter coyuntural de tal solución solo servirá al ineludible cambio de modelo productivo si dicho sector incrementa su competitividad, y ésta se convierte en una característica común a todos los servicios y a nuestro potencial industrial. El paro registrado en abril ha vuelto a mostrar, también, los límites que presenta la reforma laboral aplicada desde hace ya nueve meses, especialmente en lo que respecta a la contratación indefinida. Aquella reforma pudo atenuar la presión que los mercados ejercían sobre la deuda española; pero está visto que por sí misma no es capaz de animar el mercado de trabajo. Algo que han de tener en cuenta los actores del diálogo social, sindicatos y organizaciones empresariales, a la hora de modificar la negociación colectiva.