El acusado José Luis G. R es trasladado desde la prisión a la Audiencia Provincial. :: MIGUEL GÓMEZ
Ciudadanos

Las amigas de la víctima declaran que esta «temía que su marido la matara»

Un hermano de Victoria Martínez recuerda que el acusado la perseguía después de que ella se separara de él

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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El rostro de Victoria Martínez era, en los últimos días de su vida, un reflejo del «temor», del «miedo», de auténtico «pánico»... Las amigas de Victoria, que testificaron ayer en la segunda sesión del juicio por su muerte, buscaban todos los sinónimos posibles para explicar la situación de «terror» que esta víctima de la violencia de género sentía hacia su marido, José Luis G. R, acusado de asesinarla a puñaladas en febrero de 2008 en un asador de pollos de El Puerto. También se le acusa de someterla a un delito de maltrato habitual que, como explicó el presidente del tribunal el primer día al jurado popular, no consiste tanto en hechos concretos de agresiones físicas, como en una actitud constante de violencia que acaba minando a la víctima y la anula como persona.

Tal situación de «nervios» es el que vivía Victoria, según sus amigas. No sólo temía el acoso de su marido, sino también, como una terrible predicción, «tenía miedo de que él la matara». Lo confirmaron ayer ante el jurado algunas de estas amigas, que se convirtieron en sus confidentes. La víctima era reservada con sus hermanos y sus hijos, pero se abrió con sus amigas, a las que relató que su marido le cortaba la luz y el agua, que la encerraba en la azotea y la dejaba fuera de casa, que le impedía comer y que la insultaba «por lo bajini». Todo lo supieron de su boca. Solo dos de ellas dijeron ser testigos de algunos episodios: una acompañaba a Victoria cuando José Luis supuestamente la amenazó de muerte desde un coche y otra dijo que el acusado merodeó por su joyería, cuando estaba allí la víctima.

De lo que sí fueron testigos todas es del estado de «pavor» de aquella mujer de 49 años. «La vi fatal, en una situación de acoso y nervios; por la calle, miraba para todos lados, con miedo», explicó una mujer, compañera de Victoria en un curso de geriatría, que recordó que esta comía y se duchaba en la residencia donde hacía prácticas. «Cuando veía en la tele un caso de violencia de género, le entraban ataques de ansiedad», relataba otra trabajadora del geriátrico.

Una de estas compañeras la acogió en su casa una temporada. De hecho, en los meses previos a la muerte, Victoria cambió de domicilio varias veces, entre otros, en casa de una hermana en Sevilla. Otro hermano de la víctima que testificó ayer, dijo haber visto al acusado al menos una vez cerca de su casa. Como si la buscara. Aún no sabía nada del supuesto maltrato, pero sí que se había separado de José Luis, así que le saludó. Solo la hermana con la que vivía -fallecida recientemente- sabía aquel 'secreto'. Ayer se leyó su testimonio ante el juez de instrucción, para que conste.

«Ella no le quería denunciar»

Victoria, también se desahogó con una policía vecina suya que entonces era jefa del grupo de Atención a la Familia en la comisaría de El Puerto: «Me contó cómo había llegado a esa situación como una particular, no como policía. De hecho, no quería denunciar; decía que solo quería irse a Sevilla, que él conociera a otra y se olvidara de ella».

Además de las amigas y el hermano de Victoria, testificaron varios policías que estuvieron en el asador el día del apuñalamiento. Algunos eran de la Policía científica. Pero sólo el relato de un agente resultó significativo: recordó que al llegar allí, José Luis aún estaba fuera del local, tirado en el suelo y «llorando». Le había acababa de asestar diez puñaladas a su exmujer. Estaba rodeado de personas, pero «nadie lo sujetaba y él no intentaba escapar». El juicio continúa hoy con las declaraciones de los peritos forenses y posiblemente el viernes se conozca el dictamen del jurado popular.