Editorial

La muerte de Bin Laden

A corto plazo no cabe esperar el fin de Al-Qaida, pero el golpe es devastador

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Después de casi diez años de afanosa búsqueda, el terrorista más célebre del mundo y cerebro, financiador y organizador del más sangriento atentado conocido (casi tres mil civiles muertos en las Torres Gemelas de Nueva York en septiembre de 2001) fue finalmente detectado, rodeado y muerto por fuerzas especiales de los Estados Unidos en una vivienda cerca de Islamabad, la capital de Pakistán. Faltan detalles sobre el grado de colaboración de los eficaces servicios secretos paquistaníes, que ha debido ser muy alto, y cuando los haya se especulará, sobre la gran operación en su conjunto y la decisión del presidente Obama de dar la orden de matarlo sin más visto que era poco menos que imposible capturarlo vivo entre otras cosas porque Bin Laden había hecho saber que se defendería llegado el caso y de hecho empuñó su metralleta antes de ser abatido junto a algunas personas de su entorno cercano. La satisfacción es general y en los Estados Unidos comprensiblemente abrumadora hasta la euforia. Una multitud de ciudadanos norteamericanos casi incrédulos se reunió de forma espontánea y rápida en muchos lugares de la Unión pero singularmente en la zona de Manhattan. Al formidable acierto operacional se unía así una mezcla de alivio y se expresaba un fuerte rechazo a los terroristas: el crimen, por político que lo interpreten algunos, no pasará. A corto plazo no cabe esperar de hoy para mañana el fin de Al-Qaida, pero el golpe es devastador en términos psicológicos y la eficacia de los adversarios del terror en un marco de cooperación americano-paquistaní amedrentará a sus bases. Para Obama, que cortés y hábilmente asoció a su antecesor el presidente Bush al anuncio de la victoria, es un gran éxito que le ayudará en buena medida a obtener eventualmente la reelección. Pero esta no es hora de especulaciones electorales y caseras, sino de congratulación por el gran éxito táctico y de la felicitación al pueblo norteamericano.