Un golpe moral devastador
La red terrorista pierde a su inspirador, pero podría seguir adelante gracias a su estructura descentralizada
BRUSELAS Actualizado: GuardarEstados Unidos le ha atravesado el corazón a Al-Qaida. La muerte de Osama bin Laden no implica la desaparición automática de la red terrorista, pero el golpe psicológico es devastador. La mayoría de los expertos coincidían ayer en que el integrista saudí apenas contaba ya con capacidad para cometer grandes atentados. Su emblemática figura, sin embargo, se mantenía como la gran referencia moral para los grupos que operan bajo su marca. Ayman Al-Zawahiri, numero dos de la organización, se perfila como el sucesor, aunque su carisma es tan escaso que le ha salido un competidor más joven.
Al-Qaida nació en los años noventa con una estructura muy descentralizada. Bin Laden, con su radical y violenta interpretación del islamismo, era la pieza central de un engranaje que funcionaba bajo su inspiración. Tras los atentados de 2001, EE UU inició una larga e implacable persecución que fue minando el núcleo del grupo con sus ataques en Afganistán y Pakistán. Los analistas consideran que Washington multiplicó su capacidad para erosionar la red cuando empezó a utilizar los 'drones' -aviones no tripulados-, lo que le permitió penetrar en territorio paquistaní y castigar a la escurridiza organización.
La estrategia aérea norteamericana debilitó hasta tal punto a Bin Laden que su último gran atentado lo cometió en Londres en 2005. En total, 52 personas perdieron la vida en los ataques contra el transporte público de la capital británica. Desde entonces, las franquicias regionales de Al-Qaida, especialmente la radicada en Yemen, intentaron tomar el relevo, pero sin conseguir volver a golpear en suelo estadounidense. El fundamentalista saudí retuvo su posición de líder mítico del entramado gracias en buena medida a la incapacidad de Washington para dar con su refugio.
Tres filiales
La organización apenas contaba en los últimos tiempos con canales internos. Las tres filiales del grupo, la ubicada en Yemen, Al-Qaida del Magreb y el Estado islámico de Irak, no recibían ni financiación ni apoyo material del integrista saudí. De todas formas, el golpe psicológico es tan duro que varios expertos considerarían un "milagro" que la red pudiera seguir adelante.
Ante esta situación de extrema debilidad, la elección del nuevo líder puede ser definitiva para la supervivencia de una organización que se ha visto todavía más desplazada con las revueltas en el mundo árabe. Bin Laden denostaba la democracia porque creía que ponía los deseos del hombre por encima de los de Dios. Al-Zawahiri, su mano derecha, conducirá a la organización por un senda similar si asciende a la cúpula. Este cirujano ocular egipcio, sin embargo, tiene en su contra su falta de carisma. Pese a que desde 2003 ha protagonizado más de 40 vídeos y grabaciones sonoras, su figura no acaba de afianzarse.
Su gran rival para suceder a Bin Laden es Abu Yahya Al-Libi. Miembro de un grupo integrista libio, este terrorista que se presenta como un estudioso de la teología ha aparecido con cada vez mayor frecuencia en los mensajes de la red. Al-Libi, que ronda los 45 años, es mucho más joven que Al-Zawahiri y fue nombrado comandante en Afganistán. Los expertos consideran que carece de experiencia para dar el salto al liderazgo.