Un desafío universal
Guardiola y Mourinho libran la batalla final de un maratón de 'clásicos' que marcará el futuro Barça y Madrid se juegan estar en la final de Wembley e imponer su estilo futbolístico
BARCELONA.Actualizado:Tras un año de atizar la hoguera de la eterna rivalidad y de remover porquería, Barça y Real Madrid afrontan hoy en el Camp Nou la batalla final, la última serie del agotador maratón de 'clásicos' que se les fue de las manos. El torneo de la regularidad está pintado de azulgrana, la réplica de la Copa del Rey reluce brillante en las vitrinas blancas y la Liga de Campeones determinará la supremacía de catalanes o madrileños.
Por el 0-2 del Bernabéu, por fútbol y porque el balón es su mejor aliado, los de Guardiola son favoritos. Pero Mourinho, que seguirá la cita desde una zona reservada por su expulsión en el Bernabéu, ha pasado del «imposible» a las arengas sobre el orgullo, la heroica y la prohibición de rendirse que siempre acompañaron al club más laureado del mundo. Los merengues sufren cierta melancolía pero se ven con vida y, por lo tanto, con esperanzas de firmar un hito en la 'Champions'. Quien más y quien menos recuerda aquel 0-2 de 2002, obra de Zidane y McManaman y antesala de la 'Novena', en tiempos de Del Bosque, un tratado de buenas maneras.
Dado que al Madrid solo le vale arriesgar porque no tiene nada que defender y ha perdido músculo con las ausencias de Pepe, Ramos y el lesionado Khedira, es lógico pensar en una 'desmourinhización' de la táctica. Ello podría derivar en el mejor de todos los 'clásicos', con permiso de aquella fabulosa final de Mestalla en la que los merengues sí supieron contrarrestar a sus enemigos a base de una presión valiente y un apetito voraz de títulos. Está en juego la final de Wembley del 28 de mayo, donde, si el enésimo milagro de Raúl no lo impide mañana en el 'Teatro de los Sueños', aguardará el Manchester United.
Miradas introspectivas
Los dos colosos disponen de una ocasión excelente para transformar la «lamentable» imagen que, como destacó el chileno Pellegrini, trasladaron al mundo antes, durante y después del primer gran asalto europeo. El planeta fútbol estará pendiente de quién gana, de qué filosofía se impone, pero también de si las protestas, las tánganas, las patadas, los insultos y el teatro derrotan de nuevo al fútbol. De si las denuncias y el fuego cruzado golean al 'fair play' en el 'tercer tiempo'.
No es de recibo hablar de la mejor Liga del mundo y presumir de los dos equipos más grandes del orbe y luego ofrecer espectáculos tan dañinos para niños, jóvenes y veteranos que nos hablaron del 'seny' catalán y de madridistas que «cuando pierden dan la mano», tal y como reza su himno. Se necesita una mirada introspectiva y autocrítica antes de quejarse de las tretas de los holandeses, el 'catenaccio' de los italianos y el carácter 'canchero', como sinónimo suave de barriobajero, de sudamericanos.
El seleccionador nacional, Vicente del Bosque, está expectante. Y muy preocupado. Le inquieta que el clima bélico de los contendientes lastre a la armoniosa selección española, a ese grupo de amigos unidos por el toque. Los profesionales deben saber adaptarse a cada registro, pero gente muy cercana a ellos asegura que ya será imposible reconducir las malas relaciones entre parejas como Ramos y Piqué o Arbeloa y Villa. Las batallas siempre dejan secuelas.
Se ha bajado el diapasón del enfrentamiento pero existen signos de hipocresía que auguran lo peor. Sorprende que Sandro Rosell, el presidente culé, realice un alegato a favor del «civismo» de su hinchada, que le ruegue no caer en «provocaciones» y que, al mismo tiempo, Barça TV elabore un vídeo en el que se utilizan pisotones alevosos de Pepe y Arbeloa y 'manitas' del célebre 5-0 liguero para motivar.
También resulta paradójico que Rosell y Florentino Pérez, al que Johan Cruyff, santo seña del barcelonismo, acusa de ser «el culpable de todo», presuman de ser amigos y de mantener, gustosos, la comida oficial, mientras sus instituciones se denuncian ante la UEFA. Incluso se trasladan a los organismos internacionales supuestos insultos racistas de Busquets a Marcelo, al que supuestamente llamó «mono».
Guardiola desconfía de un Madrid herido, pero nunca sentenciado. Su extraordinaria plantilla y su historia, con nueve Copas de Europa, impiden darlo por muerto. Ha trasladado a sus pupilos la idea de que los blancos llegan sin nada que perder, que ellos están justos de efectivos y que deben ser duros en todos los aspectos para rematar la faena. Y pide el apoyo del público.
Sabe el técnico local que el 0-2 conlleva el peligro del conformismo, de encajar un gol que les ponga de los nervios. Por eso propone jugar como siempre, con precauciones atrás pero con alegría. Su equipo está bajo mínimos, en físico y en efectivos, Pero tiene a Messi, el mejor del mundo, como volvió a dejar patente con su exhibición en el Bernabéu. Atrás le faltan Adriano, Maxwell y Abidal, todos laterales zurdos, y los recién caídos Milito y el chaval Montoya. Puyol siempre arriesga pero no está bien y en el caso de Iniesta se teme que su contractura derive en una rotura más grave que pueda apartarle de la final. Son habas contadas.
A Mourinho, huérfano esta vez de Pepe como director, le faltan tres portentos físicos pero le sobra donde elegir. Y casi todo de gran clase. El portugués se examina de fútbol. El madridismo le exige una respuesta atrevida en su planteamiento, no a la hora de referirse a listas de agravios que cualquier club puede elaborar.
'The Special One' afronta una reválida de fútbol tras obtener una 'matrícula cum laude' como agitador. Más por necesidad que por convicción, parece que renunciará al trivote y apostará por los Özil, Di María, Cristiano y uno de sus tres arietes de lujo, con Benzema y Adebayor como candidatos. Xabi Alonso y Lass estarán en el centro del campo.
Con un dibujo igual de alegre, el Barça le enchufó cinco. El madridismo anda deprimido porque una Copa no le sacia, pero entiende que, como canta Joaquín Sabina, hincha atlético, le sobran los motivos para creer. Por cierto, pita el belga De Bleeckere, uno de los denostados por 'Mou' porque hace un año expulsó a Motta por un manotacillo a Busquets. También anuló un gol de Bojan. ¿Será la figura de la que más se hable tras el choque? El mundo espera otra respuesta.