La venganza espolea los ataques de Gadafi
La confirmación por el vicario de Trípoli de la muerte de un hijo del líder libio en un ataque de la OTAN no acalla la desconfianza
BENGASI. Actualizado: GuardarHoras después de la presunta muerte de su hijo en un ataque de la OTAN, Muamar Gadafi redobló ayer su embestida bélica contra ciudades rebeldes ensañándose particularmente con Misrata. La ciudad mártir de esta guerra y tercera en importancia del país, asediada desde hace dos meses por los hombres del dictador, veía en llamas parte de su único vínculo con el mundo exterior, el puerto al Mediterráneo, que fue brutalmente bombardeado por los leales con cohetes y misiles de largo alcance, especialmente Grad, de fabricación rusa, ya empleados en los últimos días.
El armamento pesado del dictador intentó alcanzar, como en jornadas precedentes, los barcos internacionales que proporcionan la ayuda humanitaria vital, y anoche informaciones imposibles de contrastar aseguraban que las tropas gadafistas avanzaban hacia la conquista de la urbe, que habían abandonado el martes.
Lluvias similares de morteros se reproducían también contra los enclaves insurgentes de Dehiba, en la frontera con Túnez, y obligaban a replegar posiciones a los sublevados en Zintan, al suroeste de Trípoli. Allí, en la capital, multitudes enfurecidas asaltaron las embajadas de Italia y Estados Unidos y Reino Unido e instalaciones de la ONU.
La venganza se desataba mientras persistía cierto escepticismo en torno a la veracidad del fallecimiento del menor de los vástagos reconocidos del coronel, Saif El- Arab, que la Alianza Atlántica no confirmó en el comunicado en el que especificaba haber bombardeado el sábado por la noche «un edificio de mando y control» en la capital libia en el que, según el régimen libio, se encontraban Muamar Gadafi, su esposa, su hijo menor y tres de sus nietos. La OTAN subrayaba que sus objetivos «no incluyen a individuos».
Cadáveres tapados
El poder insurgente con base en Bengasi, a través de su portavoz, Mustafá Gueriani, declaró a este diario su convicción de que la noticia de la muerte del pequeño de los Gadafi, de 29 años, «no es verdad», en tanto que la cadena Al Arabiya desmentía que junto a Saif El-Arab hubieran perecido tres menores, citando fuentes no identificadas cercanas a la familia del dictador.
La única confirmación del fallecimiento del hijo menor del líder libio la proporcionó el vicario apostólico de Trípoli, el obispo Giovanni Innocenzo Martinelli. «Sí, el hijo de Gadafi está muerto», dijo Martinelli en una intervención telefónica en el canal televisivo italiano Sky Tg24, después de haber sido llevado junto a otros representantes religiosos a un tanatorio en el que pudo ver cinco cadáveres tapados con sábanas.
En respuesta a la desconfianza, el régimen difundió por la tarde una fotografía de Saif El-Arab tomada en vida, pero ninguna prueba ni imagen alguna de su cadáver reconocible, y tampoco de los cuerpos de los pequeños Saif (de dos años e hijo de Mohamed, el primogénito del dictador), Cartago (de tres, hija de Hanibal) y Mastura (un bebé de cuatro meses cuya madre es Aisha, la única descendiente femenina del coronel). Sí hay evidencias de la casa destruida por los misiles aliados. La devastación es tan absoluta que cuesta creer que dentro habría sobrevivido alguien, aunque la versión oficial trasladada por el portavoz gubernamental, Moussa Ibrahim, es que el propio sátrapa se encontraba en esa vivienda y resultó ileso.
No sería la primera vez que el 'líder fraternal y guía de la revolución' libia simula ser víctima de una dolorosa tragedia personal de martirio para intentar concitar la compasión y las simpatías del mismo pueblo al que ahora está masacrando. Como recordaba el representante de los sublevados Gueriani, ya en 1986, el coronel denunció que un ataque ordenado en Trípoli por Ronald Reagan había matado a una de sus ahijadas, de 15 meses. Indagaciones periodísticas posteriores demostraron que la niña no tenía nada que ver con el dictador, que sí gestionaría arreglos para adoptarla a título póstumo.
En medio de la estancada guerra que se libra en Libia, los rebeldes cuestionan la veracidad de la muerte de Saif El-Arabi en su sospecha de que Gadafi solo quiere desacreditar la operación internacional de la OTAN y darse excusas para una intensificación de su ofensiva contra los enclaves sublevados. En la misma rueda de prensa que ofreció la madrugada del domingo para notificar el deceso, Moussa Ibrahim no perdió la oportunidad y acusó a la coalición. «Creemos que ahora está claro para todo el mundo que lo que está ocurriendo en Libia no tiene nada que ver con la protección de civiles», dijo, dando por hecho que el ataque aliado en Trípoli tenía como fin matar a Muamar Gadafi.