La pasarela
La novia no defraudó al mundo en su gran día. Tampoco los invitados a Westminster
Actualizado: GuardarLa pasarela de modelitos enfilando la abadía de Westminster no dejó a casi nadie indiferente. Diseñadores incluidos, entre los que casi ni pestañeó Ion Fiz analizando para V el estilismo femenino, que en esta ocasión 'obligaba' a trajes por la rodilla y pamelas o tocados para ellas. Abundaron los colores apagados, con especial predilección por los tonos nude, celestes y grises para los abrigos y vestidos que precedieron al broche de oro de toda boda: la blanca y radiante novia, que se encomendó al lápiz de Sarah Burton para Alexander McQueen. Zapatos incluidos. «Un diseño clásico, pero perfecto que pasará a la historia. Está muy bien realizado y el escote le sienta realmente bien. Además, el estudio de volumen en la parte trasera de la falda rompe un poco con la sobriedad de la parte frontal», se moja Fiz. Completaba el conjunto, sobre el pelo suelto, la tiara de Cartier que Jorge VI regaló a la Reina Madre y unos pendientes de diamantes, obsequio de los Middelton, inspirados en el nuevo escudo de armas de la familia. Tampoco faltó un guiño a su ya marido: en el ramo, además de lirios del valle, jacintos y el tradicional mirto real, incluyó unas flores llamadas 'Sweet William' (Dulce Guillermo). Todo un detalle real.