Opinión

Ante el 22-M

¿Alguien conoce las propuestas del partido al que va a votar? El debate es entre siglas, insultos y disparates

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El desapego, cuando no el desinterés, viene a ser la deficiencia más notoria de nuestra democracia. No me quiero poner importante, no quiero resultar obvio, no soy un simple aunque lo pudiera parecer cuando digo que para que haya democracia ha de haber antes demócratas. No es un asunto menor, desde luego. No sé si conocen la encuesta que el diario ABC hizo hace unos días a un grupo de jóvenes que votan por primera vez. La encuesta pretendía conocer lo que los chicos saben de nuestra democracia. Una mayoría más que estimable decía no saber cuántas urnas hay en cada colegio electoral; que Esperanza Aguirre es la portavoz del PP en el Congreso; que Rodríguez Ibarra sigue siendo presidente de Extremadura o que Baltasar Garzón es el fiscal general del Estado. El resultado es aún más desalentador si atendemos a que a los chicos que se estrenan como electores lo que se les daba era un test, o sea, una pregunta con varias respuestas. Ya pueden imaginar qué habría pasado si se les hubiera dado solo las preguntas: pues un examen en blanco.

No es lo peor que ignoren quién es Esperanza Aguirre o quién Garzón. Lo peor es que lo que saben lo saben mal. Su ignorancia es culpa de muchos estamentos de nuestra sociedad. El primero y fundamental es un sistema educativo –varios en realidad–, cambiante y timorato que enseña Matemáticas y Geografía local pero que no relaciona a los estudiantes con la realidad social que les circunda. En otros países el conocimiento de la actualidad –que es el primer escalón que lleva e invita a la reflexión y a la madurez política– es una asignatura obligatoria. El segundo estamento que explicaría esta ausencia de conocimiento de nuestros fundamentos democráticos son los propios muchachos, y sus familias que viven en democracia en la seguridad de que esto consiste en votar de vez en cuando. En tercer lugar, los propio actores de la política, o sea, los políticos. No me extenderé mucho. Basta con recordar la bronca monumental del Senado el martes pasado y la lastimosa imagen de su presidente intentando poner orden en unos escaños que más parecían tendidos en una plaza de talanqueras.

Y en cuarto lugar y no por ser el último el menos importante, están los medios de comunicación. Sí, nosotros los periodistas, que estamos fracasando a la hora de conectar con un público despistado que huye de nosotros porque no encuentra en nuestros productos lo que busca. Los medios tenemos buena culpa de lo que pasa. Empeñados en hacer radios y periódicos para que interesen a las personas de las que hablamos y sin pensar en las que escuchan y leen. Y así nos va. Las consecuencias las estamos viendo. A 24 días para el 22-M, ¿alguien conoce las propuestas del partido político que va a votar? El debate es entre siglas, insultos y disparates. Demasiado poco para llamar a esto democracia.