La pareja no hace apariciones públicas desde hace días, pero su imagen está impresa hasta en las bolsas de la compra. :: AFP
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A kilómetro y medio por hora

Es lo que tardarán los recién casados en su paseo de Westminster a Buckingham. Lo recorremos a cámara lenta como ellos

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Más corta imposible. De las carreteras que parten de la abadía de Westminster hacia el palacio de Buckingham, el cortejo nupcial tomará la ruta más breve. Es un recorrido de apenas kilómetro y medio por el centro de Londres que el príncipe Guillermo y la princesa Catherine cubrirán pasado mañana en una hora. Si se cumplen las previsiones palaciegas, los novios subirán a la carroza frente a la gran puerta occidental de la iglesia a las 13.15 (hora peninsular) y se asomarán en el balcón central de la residencia oficial de los monarcas británicos setenta minutos después. Ni más, ni menos.

Será el primer encuentro de los recién casados con el público, que habrá escuchado el servicio religioso a través de altavoces instalados a lo largo de todo el itinerario. La pareja se dará un baño de masas con un clamor parecido al que acompañó hace 30 años a los padres del príncipe, Carlos y Diana, en el mismo carruaje, el 1902 State Landau. Aunque su recorrido fue diferente, al desposarse en la catedral de Saint Paul.

Guillermo y Kate Middleton han preferido economizar y hacer una boda acorde con la austeridad del momento actual, según insisten sus portavoces. También la abuela del príncipe, la reina Isabel, se casó en este templo de mucha solera pero más íntimo que Saint Paul, en 1947, con el país hundido en la recesión de la posguerra mundial.

La proximidad de la abadía a Buckingham permite limitar a un millar el contingente de soldados que estarán apostados a lo largo de la ruta. El cortejo de cinco carruajes tirados por caballos y los automóviles oficiales ni siquiera cruzará Trafalgar Square, epicentro de fiestas y manifestaciones que se ubica en línea recta con el palacio.

Pese a la brevedad, el itinerario cubre importantes enclaves del barrio de Westminster, foco de poder político, religioso y judicial desde el siglo XI. En el punto de partida, la abadía comparte una plaza ajardinada con los edificios del Parlamento y el Tribunal Supremo. En Whitehall, por donde continúa la procesión, se encuentra el 10 de Downing Street, residencia oficial del primer ministro. El tramo final transcurre por The Mall, avenida salpicada por nobles casonas y el palacio de St. James, domicilio oficial de la Corte británica.

1.La Abadía y Plaza del Parlamento

Eduardo el Confesor mandó construir la abadía en 1042 tras instalarse en su nuevo palacio de Westminster. El rey murió antes de la consagración del templo, dos décadas después, que celebró su sucesor Guillermo I. Desde entonces, todos los monarcas, con la excepción de dos Eduardos, I y VIII, han sido coronados en esta iglesia dedicada a San Pedro. La leyenda cuenta que el apóstol se apareció a un pescador y le pidió ayuda para cruzar el Támesis en el siglo VII. Al día siguiente se consagró la ermita que se levantaba a pocos metros del escenario de la boda de Guillermo y Kate.

La abadía fue cuna de la literatura inglesa gracias a una imprenta, la primera del reino, que William Caxton fundó dentro del mismo complejo eclesiástico en 1476. Ahora es más famosa por ofrecer reposo final a reyes, artistas y científicos: Eduardo I enterró a su querida mujer, Eleonor de Castilla; Chaucer, Dickens y Newton están entre las ilustres personalidades que yacen o son recordadas en el «rincón de los poetas de la ciudad de los muertos», según la define Peter Ackroyd en la obra ‘Londres: una biografía’.

El carruaje de los novios (con cubierta de cristal por si llueve) bordeará Parliament Square, la plaza del Parlamento con vistas a la torre del Big Ben. Un bronce de Oliver Cromwell preside el foso de este edificio neogótico en cuyo gigantesco hall, la única estancia que perdura del viejo palacio de Westminster, fue condenado a muerte Carlos I. Revueltas menos dramáticas, como las recientes manifestaciones por los recortes en el gasto público, aún acontecen entre Winston Churchill y otras estatuas de la plaza.

No se esperan disturbios en el circuito nupcial, pero la familia Windsor y sus distinguidos invitados verán un campamento de protesta desde las carrozas y vehículos motorizados. El Ayuntamiento de Westminster, que lleva meses limpiando y decorando el itinerario, no ha conseguido el edicto judicial necesario para desalojar a unos manifestantes de la acera de la plaza, que la ocupan desde hace diez años. Salvo una solución de última hora, el cortejo pasará delante de tiendas de campaña, pancartas con imágenes de niños muertos en Irak y eslóganes en contra de la guerra de Afganistán en su camino hacia Whitehall.

2. Whitehall

En Whitehall se levanta la verja del 10 de Downing Street, residencia oficial de los jefes del Gobierno británico. El primer ministro, David Cameron, y su mujer Samantha, quieren sentar ejemplo en la población y han convidado a sus vecinos a una fiesta en la acotada calle para hacer de la boda «un día que recordaremos todos».

En el centro de esta avenida ministerial destacan dos monumentos en memoria de soldados y voluntarios muertos en combate: el cenotafio, con su enorme pedestal de piedra erigido después de la Primera Guerra Mundial, y un muro de bronce cubierto de uniformes militares y civiles en reconocimiento a la contribución de las mujeres en la Segunda Guerra Mundial. Esta emotiva escultura se inauguró en julio de 2005, dos días después del atentado islamista en el transporte público de Londres.

Dos soldados montados en sendos caballos en los arcos de Horse Guards –escena favorita en las fotografías de miles de turistas– marcan el punto en que el cortejo dejará Whitehall para enfilar hacia el parque de St. James. El edificio, de estilo neoclásico, aloja las oficinas de la guardia real, la división conocida como ‘Blues and Royals’, que contó entre sus filas a los príncipes Guillermo y Enrique.

Solo la familia real (y, por extensión, sus convidados) está autorizada a cruzar en coche el arco central que conduce a una gran explanada donde se celebra el cumpleaños oficial de la Reina. Aquí se puede contemplar el ‘Memorial de Cádiz’ en homenaje a la victoria del duque de Wellington sobre los franceses en 1812 y el fin del sitio de la ciudad andaluza. La escultura, con un cañón subido sobre la grupa de un dragón, fue un obsequio de España a los ingleses.

3. Parque de St. James y The Mall

El verdor de St. James, el parque real más antiguo de Londres, animará el tramo final del itinerario. Enrique VIII y su hija Isabel I solían cazar ciervos en este extenso terreno colindante con el palacio del mismo nombre que sus sucesores poblaron con animales exóticos, como leopardos, antílopes o cocodrilos. Hasta finales del siglo XVII, reyes y populacho coincidían en sus paseos por el parque y disfrutaban nadando en el lago en verano o patinando sobre su superficie helada en el invierno. El biógrafo James Boswell lo recuerda como un lugar muy propicio para ganar los favores de chicas de alterne, aunque autores contemporáneos destacan la panorámica de «románticos tejados» que se aprecian desde el puente del estanque. Sigue siendo una de las zonas verdes más bellas del centro de Londres.

Damas vistiendo a la última moda y caballeros con impecables trajes de tres piezas acostumbraban a pasear a diario por el Mall, pero ahora predominan los turistas con prisas para ver el cambio de la guardia en el palacio de Buckingham, al final del paseo. Diseñada como avenida ceremonial confluye en una rotonda presidida por la figura de Victoria, la primera reina en ocupar la residencia palaciega que Isabel II utiliza para rutinas laborales diarias y funciones de Estado.

Más antiguo es el palacio de St James, donde se solía exhibir al público el vestido de princesas y reinas en vísperas de una boda. Kate mantendrá en secreto su modelo nupcial hasta llegar a la abadía, acompañada por su padre, Michael Middleton, en un Rolls Royce, que les recogerá en el cercano hotel Goring. El novio viajará en un Bentley con su hermano Enrique desde Clarence House, una casa del Mall con fachada de estuco, residencia oficial de su padre, el príncipe de Gales.

Las carrozas se reservan para el trayecto de regreso como expresión protocolaria de la unión matrimonial. El gesto popular se anticipa, con impresionante exactitud, a las 14.25, cuando los novios saludarán a las masas desde el balcón del palacio de Buckingham. De seguir el ejemplo de Carlos y Diana, Guillermo y Catherine se darán en público el primer beso de casados antes de unirse al banquete que estarán sirviendo en los salones.