Sociedad

«El Quijote es el primer libro que me hizo llorar»

Ana María Matute vela las armas del Premio Cervantes

MADRID. Actualizado: Guardar
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«A la gran literatura se entra a través del dolor». Lo dice Ana María Matute (Barcelona, 1925), un cuerpo frágil con una mente muy ágil, que el miércoles recibirá en Alcalá de Henares el diploma y la medalla que la acreditan como ganadora del premio Cervantes. Narradora y académica, es la tercera mujer que logra el premio mayor de las letras hispanas. Lo recibirá de manos del rey Juan Carlos «con respeto y alegría», según explicó ayer en la Biblioteca Nacional, donde veló las armas cervantinas junto a ministra de Cultura, Ángeles González- Sinde, y un buen puñado de escritoras y políticas.

Puntual a su cita, la Matute -así le gusta que la llamen- llegó ayudándose con una muleta. Posó risueña ante la escalinata principal, bajo las efigies de Lope y Cervantes. Cambió la muleta por una silla de ruedas y en el salón de actos de la noble casa explicó sus ambivalentes sensaciones ante las primeras lecturas de 'El Quijote', un viaje del aburrimiento a la lágrima. «La primera lectura, obligada y con 14 años, me aburrió muchísimo. No entendí nada. La segunda fue con 18 o 20; no podía no haberlo leído cuando ya estaba instalada como escritora, me dije. Y me enamoró». «Por primera vez lloré leyendo un libro. Que el Quijote muriera como muere me dio una pena enorme. Las lágrimas no brotaron por la muerte en sí; lloré al comprender que la muerte trae desencanto y frustración, al pensar que tu vida ha sido una pérdida de tiempo», explicó.

Su discurso en el paraninfo de la centenaria universidad complutense será «breve», trufado de referencias a la infancia y la obra de Cervantes. Es lo único que anticipó la octogenaria y lúcida escritora ante la curiosidad periodística.

«Será corto. No quiero aburrir», se zafó Matute de las preguntas, reconociendo que habrá referencias a «mi razón de vivir». «Me da miedo. No leo muy bien y estoy muy nerviosa», se defendió auxiliada por la ministra para minimizar su sordera. «Hablaré como escritora y como lectora; daré las gracias por un honor tan grande y explicaré lo que ha sido quizá la razón más importante de mi vida, que es la escritura y la literatura». «Será un discurso más corto que el de mi entrada en la RAE, diferente, aunque se note que escribe la misma mano y con la misma torpeza» ironizó.

Cada escritor tiene su mundo interior y sus formulas para enfocar la literatura y expresarse. En el caso de Matute, la infancia es y fue primordial «pero no única». «También los conflictos entre hermanos, la incomunicación y la soledad del hombre actual siguen inquietándome y empujándome a escribir». «El odio, la soledad y el desafecto me preocupan. Es una cosa tremenda», enumera. Son asuntos que ya abordó en obras como 'Los Abel', 'Pequeño teatro' o 'Los soldados lloran de noche', en las que retrató la grisura de la posguerra y las consecuencias del conflicto.

Dolor y dificultades

Escritora desde la infancia, su vida no ha sido, ni mucho menos, un camino de rosas. «Hubo mucho dolor y dificultades, pero también muchas alegrías» dice admitiendo que el duelo es más importante para un escritor que la felicidad. «A la literatura grande, la de verdad, no se entra con positividad y optimismo: se entra con el dolor, la pérdida y las lágrimas», insistía.

La autora de 'Paraíso inhabitado' y 'Olvidado Rey Gudú' tampoco dio pistas sobre la novela en la que trabaja y que tiene casi cocinada. «El premio me retrasa, pero digamos que gloriosamente. Estoy muy feliz por este retraso» bromeó. «Lo tengo todo captado. Escribir es una cacería y yo ya tengo a la presa en la red. Cuando acaben estos actos, empezaré a escribir, que es como sumergirse en el mar o en una piscina» explicó.

Al filo de los 85 años, a Ana María Matute le suena bien lo de internet, los libros electrónicos y las nuevas tecnologías, aunque para ella el disfrute sigue en el libro convencional «en los de siempre». «Son los únicos que he leído y leo. Adoro el olor del papel, pasar las páginas. No creo que las nuevas tecnologías hagan daño: quizá logren que la gente que no lee, lo considere más fácil, más cómodo. Para mí no, desde luego, pero para las nuevas generaciones es algo natural. A mí que me dejen con mis antiguallas» reclamó la titular del sillón k en la RAE.