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Sociedad

ÉPICA DE MEHDI SAVALLI

El torero arlesiano se crece ante un bravo miura

BARQUERITO
CRÍTICA TAURINAActualizado:

Tras una tarde de sol, se anubarraron los cielos antes de doblar el quinto miura y justo al soltarse el sexto se desató una tormenta. El toro imponía. Al ganar pasos, ganaba velocidad y acortaba el espacio. Fue el de más poder. Compartió protagonismo con un torero dispuesto a todo: el arlesiano Mehdi Savalli, de origen tunecino. Si no lo mata a la cuarta o quinta, le corta el rabo al toro.

La gente pateaba. Savalli se hizo dueño del toro, que embestía. Había tomado tres puyazos y había sangrado lo suyo. Le pedían al diestro que entrara a matar. Tres manoletinas, ligadas con uno de la firma y el de pecho. Se dio cuenta Mehdi de que había que coger la espada. El toro se le puso delante y él ni pasó ni empujó. Sonó un aviso. Memorable.

El más templado de los seis fue el tercero y entró en el reparto de Savalli. La emoción fue parecida, también le dio fiesta: lances encajados y limpios, tres precisos pares de banderillas bien reunidos y toreo de quilates. Tres tandas ligadas con sus remates de pecho. Larga la faena, y el toro se orientó a pesar de ser tan suavemente tenido y, como el sexto, esperó a la hora de la igualada. A Savalli le resultó imposible salvar la barrera del asta derecha. Pero la ovación fue de gala.

El Fundi le pegó al cuarto una estocada antológica y sólo por ella se ganó una oreja. Humilló el primer viaje pero sin viaje y no hubo nada que hacer. El cuarto sólo se dejó traer. Alberto Aguilar se estrelló. No sujetó los pies, no llegó a reunirse ni una vez con ninguno de sus dos toros , se vio desbordado y no fue capaz de pasar con la espada. Tres avisos del segundo de corrida, y uno y casi el segundo del quinto, que fue uno de tantos. Sólo había que meterle mano.

Matinal a pleno sol

Por la mañana Ventura toreó mejor que Hermoso, arriesgó bastante más y sacó cuadra completa.

El sexto fue el toro ideal para torear a caballo. Hizo lote con él un tercero que escarbó, se empleó y atendió sin hacerse llamar ni dos veces a cites de punta a punta de Ventura. Al otro toro de Hermoso le faltó fuerza o le sobró el segundo rejón de castigo. Ventura se dejó llegar tanto al tercero de corrida que hasta lo tuvo debajo de montura. El diestro encontró terrenos para llegar y batir. Y para firmar pasajes clásicos. Se pasó de clavadas después. La estocada cayó contraria y Ventura descabelló a la primera y a solas. Sólo una oreja. Con dos orejas acababa de premiarse el trabajo de Hermoso con el quinto, al que tumbó de rejonazo mortal sin puntilla. ¿Pureza? La hubo en los templados galopes de Ventura y en las reuniones sin empacho y a estribo de Pablo.