Fechorías legales
Actualizado:De qué nos sorprendemos? Si los planes anunciados por Telefónica, empresa que pretende despedir a veinte mil trabajadores a pesar de los jugosos beneficios obtenidos, fueran una realidad inusual tendríamos motivos suficientes para la sorpresa e incluso la indignación. Pero el caso es que los despidos masivos perpetrados por empresas con altos beneficios viene siendo un hecho recurrente, desde hace mucho tiempo ya, en este desalmado capitalismo nuestro que ha sido calificado acertadamente como el "reino de la impunidad". Si la libertad de empresa, consagrada en nuestra Constitución, es entendida como el privilegio de convertir en desechos empresariales a miles de trabajadores con la única justificación de obtener unos beneficios que escapan ya a toda lógica, es que algo muy gordo está afectando a nuestro modelo económico, desde luego, pero también a nuestro máximo texto legal.
Como digo, esta clase de fechorías legales no son nada nuevo, por desgracia, y por ello debería existir una justa legislación que pusiera en su sitio a quienes las conciben, proponen y ejecutan, pues actuando así retrasan la posibilidad de que progrese una deseable responsabilidad social por parte de las grandes corporaciones. Porque si por un lado se garantiza la libertad de empresa, también la Constitución apela al logro de "un orden económico y social justo", aunque tal desiderátum se recoja a título preambular, ese reducto que sirve para justificar el eterno incumplimiento de las buenas intenciones. Por todo ello, puede que a estas alturas nos hayamos acostumbrado ya a que las ambigüedades y abstracciones constitucionales terminen siendo auténticos escudos protectores de los más privilegiados.
Sólo desde un maniqueísmo esterilizante, además de interesado, pueden oponerse de manera excluyente y taxativa economía libre y economía intervenida. Para servir a los intereses generales de la sociedad, y para favorecer ese "orden económico y social justo" que duerme en el eterno limbo de los preámbulos constitucionales, es necesario contemplar los términos medios, los matices, las excepciones a las reglas, y, sobre todo, es urgente asumir la firme e inequívoca voluntad de hacer prevalecer la justicia sobre las fechorías legales. De lo contrario, a no tardar el mundo será víctima del éxito de esas empresas de alto contenido tóxico. Si bien todo habrá sido perpetrado de forma legal.