El sol acompaña la Resurrección de Cristo
Nefasta Semana Santa que termina con una procesión del Resucitado esplendorosa gracias a la buena climatología
Jerez Actualizado: GuardarSe acabó. Se puso el punto y final a una Semana Santa agónica, insufrible. La peor de cuantas se recuerdan por esas manos arrugadas que agotan los últimos tramos de las corporaciones jerezanas. Nadie recuerda una Semana Mayor así, tan desangelada, tan fría, tan pasada por agua, y mucho menos si tenemos en cuenta los precedentes meteorológicos. La semana anterior los termómetros rondaban los 30 grados, mientras que las mínimas estaban en 20. Sol de justicia, calor sin medida que no hacía presagiar una Semana Santa tan desapacible. Pero lo ha sido. Apenas la mitad de las cofradías que componen nuestra Semana Mayor han conseguido realizar su estación de penitencia, hasta tres se han mojado en la calle, y tanto el martes como la Madrugá han pasado inadvertidas ya que ninguna cofradía hizo su aparición siquiera en el cancel de su sede canónica. Y el Jueves Santo, para los que lo hicieron, mejor que hubiera optado por quedarse en casa, porque las decisiones tomadas fueran erróneas al cien por cien.
Así las cosas, el análisis de la Semana Santa de 2011 es un análisis parcial, sesgado. Apenas hubo cofradías que pudieran demostrar su potencial, y en muchos casos las miradas al cielo condicionaron las estaciones de penitencia de las entidades. Ha sido el año de la Paz de Fátima, por muchas razones además. Porque pusieron en la calle un paso de palio de buen nivel, con un dibujo alegre, apropiado para una cofradía de barrio, y con un perfil de bordado más que notable, que les confiere un futuro prometedor. Quizá haya que completar el respiradero para años posteriores, y confirmar que el trabajo que han realizado hasta ahora no se agota con la ilusión del primer año. Seguro que por Fátima saben cuidar a los hermanos para que sigan ilusionados, y para presentar un cortejo tan espectacular como el que pusieron en la calle el pasado Lunes Santo. Un ejemplo, y era su primer año.
Ha sido el año de los capataces, de los mandos. La lectura es que hay algunos que lo que tocan lo convierten en oro. Así le pasa a Martín Gómez, que hizo andar de manera maravillosa los tres pasos que puso en la calle, pero no es el único. Manuel Serrano demostró en la Estrella que sí, que hay capataz en San José. El paso de palio fue enamorando por cada esquina. Tomás Sampalo ha confirmado que es un capataz de futuro, con formas muy personales, de criterios propios y solvente donde los haya. Pero ha habido más, mucho más. Francisco Yesa ha sacado los dos pasos de palio que tenía a su cargo, y ambos con la tranquilidad a la que acostumbra. No ha sido el año de Eduardo Biedma, uno de los fijos en todas las quinielas, puesto que no ha podido sacar a a calle ni Vera-Cruz ni Clemencia. Poco importa, a estas alturas Jerez ya sabe que con él al martillo hay calidad y seriedad asegurada. Joaquín Bernal demostró en las Angustias seguridad y aplomo cuando la cofradía tuvo que volver de manera apresurada, y acabó convenciendo de manera definitiva a todos de que las Angustias ha encontrado su capataz. Y así, otros muchos, como Jaime Gutiérrez, que hizo andar de dulce al Patrocinio, o Raúl en el Soberano, que anduvo poderoso por la Carrera Oficial. Muchos nombres, que confirman que el escalón que se tenía que subir en los martillos jerezanos se está subiendo lentamente, pero se está subiendo.
Los detalles
Si hablamos de pequeñas cosas que nos hayan podido llamar la atención, debemos recordar sin duda la presencia en las calles de Marco Carribero, el niño al que las cofradías han ayudado para que pueda operarse en Estados Unidos. Su padre, con su hijo en brazos, ha regalado a cada hermandad un camafeo para que lo pudieran poner en la delantera de cada paso, algo que todas las cofradías han realizado, orgullosas. Porque la Semana Santa es más que pasos en la calle, y en casos como este se demuestra. La Semana Mayor es vida, es cultura, es tradición, y es caridad.
Si analizamos la música, poco que objetar. Los repertorios van poco a poco, salvo excepciones, afinándose. Espectacular, sin paliativos, el de la Estrella. Poco queda de aquellos años fúnebres, si es que alguna vez existieron. Ahora la figura de Javier Segura, su fiscal de banda, emerge como una de las voces más consolidadas del panorama jerezano. Mucho clásico, mucha corneta y mucha marcha reivindicativa, como Coronación de Marvizón en la recogía de la cofradía. Otro palio que anduvo maravilloso de música fue el de la Paz de la Cena, y la banda de Dos Hermanas demostró el Lunes Santo que más y mejor, sencillamente, no se puede tocar. Confirmado que la Victoria de León es una banda de primer nivel, y que Palomares tras el Valle es uno de los tesoros que tiene escondida la Semana Santa jerezana.
El Sábado Santo, un año más y parece que de manera definitiva, no hubo nada en Jerez. Y los cofrades se fueron, un año más y parece que también de manera definitiva, a buscar a Dios en las calles, más que en los templos. Así, ciudades como Sevilla o Sanlúcar, con su Santo Entierro Magno, estuvieron llenas de cofrades jerezanos. Y este día de reflexión, en esta ciudad de características muy marcadas, más que beneficiar parece que merma a la Iglesia diocesana, porque la procesión del Resucitado queda desangelada más que arropada. Ayer, los intentos de la corporación que preside Antonio Ruiz fueron insuficientes, pero nada hay que reprocharles a los cofrades del Resucitado. Hacen lo que pueden sin palio, sin túnicas, sin horario, sin itinerario. Hacen lo que pueden por atraer a un público cofrade sin elementos cofrades. Y bien haría, quien corresponda, por ponerlos pronto en la procesión si quiere que sea multitudinaria, que al fin y al cabo es para lo que salen los cofrades a la calle, para dar pública protestación de fe. Y para llenar las aceras de fe, devoción, sentimiento y plegaria. Y para llenar las naves de la catedral en el pontifical de la Resurreción. Para todo eso están los cofrades, y en mayor o menor medida, este año han estado. Gracias al esfuerzo de todas y cada una de las corporaciones para hacer realidad la peor Semana Santa que se recuerda. Queda un año para la siguiente. Tiempo más que suficiente para conseguir todos los objetivos que ahora nos marquemos.