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PAN Y CIRCO

EL LOCO DEL BERNABÉU

KEKO RUIZ
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Mourinho comienza a dejar su impronta cuando todavía le queda por delante su mayor reto de la temporada: impedir -igual que ya hiciera hace un año- que el Barcelona dispute la final de la 'Champions'.

Porque a estas alturas de su año uno en el Real Madrid (y quién sabe si el último) lo que menos importa es el club que le paga una ficha astronómica. Lo que importa es él, solo él y nada más que él. No se entiende de otro modo que, desoyendo principios básicos del fútbol espectáculo, se atreva a colocar en el altar del madridismo a un jugador del talante deportivo y la catadura mental de Pepe. Si en el equipo blanco van a primar futbolistas de este tipo, al que hay que añadir a Khedira y Lass, y se va a menospreciar a Özil, Granero, Pedro León, Canales, Di María, Higuaín y Benzemá es que algo muy peligroso está sucediendo en los cimientos de la casa blanca con el consentimiento de Florentino Pérez y de ese personaje sospechoso, que habla mucho y no dice nada y que atiende al nombre de Jorge Valdano.

El extrovertido técnico luso tiene muchas virtudes y una cualidad única que es saber poner en su sitio a los periodistas que habitualmente cubren la actualidad de su plantilla. Pero no ha tardado muchos meses en sacar a relucir un defecto que es el principio del final de su etapa en el Real Madrid. Pretender hacer del club de la Castellana una sucursal española de ese Inter de Milán todo músculo y ni un gramo de imaginación le va a terminar costando el puesto a 'The Special One'. Lo curioso de este fenómeno es que la afición está rendida a sus pies porque hay que tenerlos muy bien puestos para que tu equipo empate con el Barça y los hinchas se vayan tan contentos a casa y con la idea de que el 'Loco del Bernabéu' es el mejor antídoto para contrarrestar la genialidad de Messi y la mediocridad de Cristiano Ronaldo en todas las grandes citas.