Primavera de alto riesgo
Más de 3.500 soldados españoles afrontan cuatro misiones internacionales de incierto futuro y amenaza creciente
MADRID Actualizado: GuardarMientras los F-18 del Ejército del Aire sobrevuelan el espacio aéreo libio para impedir los bombardeos de Gadafi, a cientos de kilómetros de distancia, en el Índico, los buques de la Armada redoblan los esfuerzos para combatir una piratería cada vez más incisiva. Mientras las tropas del Ejército de Tierra extienden la seguridad en la provincia afgana de Badghis, donde la insurgencia se emplea a pleno rendimiento tras finalizar el invierno; al otro lado de Oriente, en Líbano, los soldados aguardan expectantes las impredecibles consecuencias de la revuelta siria y el desgobierno local.
Por vez primera las Fuerzas Armadas afrontan el desafío de alimentar la maquinaria militar de cuatro misiones exteriores tan complejas y diversas como alejadas entre sí. Del norte de África al océano Índico, de Oriente Próximo al corazón de Asia Central. Más de 3.500 soldados se encuentran al pie del cañón en unos escenarios de incierto futuro y amenaza creciente.
Con este panorama, la preocupación de los mandos militares es evidente, según admiten diversas fuentes consultadas. No solo por los riesgos actuales, sino también por los objetivos inmediatos que afronta cada misión. La 'primavera árabe' ha encallado en Libia y ha comprometido la seguridad en el Mediterráneo. La pacificación en Líbano está a punto de saltar por los aires. En Afganistán comenzará en breve la cesión de la seguridad en la provincia 'española' de Herat. Y la misión contra la piratería dará en junio un salto cualitativo: los primeros soldados somalíes instruidos por el Ejército de Tierra llegarán a los puertos piratas. Estas son las amenazas y los principales desafíos de las cuatro operaciones:
Libia: A la espera de Gadafi
Las tropas españolas permanecerán en la misión de Libia hasta que Muamar al Gadafi no abandone el poder. Esta es la única certeza que a día de hoy maneja el Ministerio de Defensa para vislumbrar un escenario final de la guerra civil libia. Estados Unidos, Francia y Reino Unido ya han esgrimido que la única solución para pasa la marcha del coronel. Y ahora el Gobierno parece haber asumido definitivamente esta premisa, una vez aprobada esta semana la prórroga de la misión dos meses más.
La ecuación es sencilla: Gadafi sigue en el poder, continúa masacrando a su población y la emergencia humanitaria se acrecienta. Por lo que no queda más remedio que mantener intacta la presión militar, pero también profundizar con urgencia las vías diplomáticas para conseguir una paz duradera en el país.
Esta estrategia político-militar no incluye la presencia de soldados aliados sobre el terreno, ya que la resolución de la ONU no especifica esta posibilidad. Otra cosa bien distinta es que la OTAN y los países árabes que forman parte de la operación militar (Jordania, Emiratos Árabes y Catar) encuentren soluciones de asesoramiento a los rebeldes libios que combaten contra las tropas del régimen de Gadafi.
Si pasa el tiempo y el coronel libio sigue sin ser derrocado ganaría fuerza el despliegue de una operación terrestre. Una opción legal y políticamente impensable hoy, pero que no quedaría más remedio que asumir si la operación se estanca. Para ello sería necesario aunar las voluntades políticas y conseguir una nueva resolución de la ONU. En todo caso, una operación terrestre implicaría un considerable despliegue de medios aeronavales y efectivos, pero también traería consigo un mayor riesgo para la integridad de los soldados.
Afganistán: 'Ofensiva de primavera'
No hay dudas para la cúpula militar: se trata de la misión de mayor riesgo para las tropas españolas. "El deterioro de la seguridad es evidente", admitió el director del CNI, Feliz Sanz Roldán, en la última comisión de fondos reservados del Congreso celebrada en marzo.
La insurgencia ha abandonado su estado de "hibernación", que se extiende de noviembre a febrero, coincidiendo con el frío y la nieve, para intensificar sus ataques. El Ministerio de Defensa ha hecho públicos hasta ocho incidentes en las últimas semanas. Todos ellos en la provincia de Badghis, al noroeste del país, donde se acuartelan 875 militares españoles. Disparos de cohetes, explosión de artefactos improvisados o bombas trampa escondidas en motos son su modus operandi.
La «fase de dificultad» por la que atraviesa la operación también contribuye el despliegue de las denominadas Bases Operativas Avanzadas, una estrategia que tiene por objeto ampliar la 'burbuja de seguridad' hacía el norte de Badghis, una zona más inestable. Con el despliegue de estos puestos se pretende agilizar la construcción de dos importantes vías de comunicación que atraviesan la provincia afgana, similar al tamaño de Cáceres.
Los mandos militares también esperan la primavera para conocer si ha funcionado el plan de reintegración de los insurgentes. Más de 350 combatientes han abandonado la lucha a cambio de dinero en la 'zona española'. Sin embargo, fuentes castrenses reconocen que aún está por ver si al final la insurgencia no les vuelve a captar.
En Herat, la otra provincia en la que el Ejército tiene responsabilidad, la situación es más tranquila, de ahí que la OTAN haya decidido ceder la autoridad en los próximos meses a las fuerzas de seguridad afganas. No obstante, "no hay que bajar la guardia", explica un general del Ejército, que pone como ejemplo un reciente informe de la diplomacia estadounidense que alertaba del riesgo de que los rebeldes pasen a emplear tácticas terroristas urbanas. Todo ello con una opinión pública cada vez más reacia a seguir en el avispero afgano.
Somalia: La solución está en tierra
Los mandos militares asumen que la piratería va a ser un fenómeno delictivo de larga duración porque hay muchos grupos interesados en su pervivencia: piratas, intermediarios, aseguradoras, compañías de seguridad o señores de la guerra. Sobre esta base consideran que la solución no sólo debe ser militar, sino que requiere una respuesta integral en tierra.
La eficacia de la 'operación Atalanta' y de la seguridad privada en los atuneros ha evitado nuevos 'alakranas', pero no ha disuadido a los grupos piratas de seguir con su actividad criminal. Sólo desde marzo la Armada española ha notificado siete incidentes con piratas en alta mar.
Un reciente informe del Instituto Elcano señalaba que, a corto plazo, no se temía que los escarceos entre los grupos piratas y las fuerzas navales derivaran en un enfrentamiento armado. Pero existe un fundado temor a que en el futuro se pudiera producir una escalada de la violencia que colocara a las tripulaciones secuestradas en serio riesgo físico.
Para evitar este escenario, la Unión Europea y la ONU han desarrollado la 'solución en tierra'. Esto es, la formación de un Ejército Nacional Somalí que controle los puertos piratas. Dado que Somalia es un 'estado fallido', partido en tres territorios autónomos, España contribuye desde hace un año a la instrucción de 1.000 soldados somalíes en Uganda. Se ha tenido especial cuidado en su selección para evitar "infiltrados", admiten fuentes militares.
Y se prevé que en junio terminen la formación y comiencen a ocupar los santuarios piratas. Entonces se verá el resultado.
Líbano: Siria y el factor Hezbolá
La pacificación lograda por los cascos azules, con un papel destacado de las tropas españolas, podría revertirse en las próximas semanas. Dos factores de impredecible consecuencia acechan la seguridad al sur del país, fronteriza con Siria e Israel. Por un lado la revuelta popular siria, con decenas de muertos y masivas manifestaciones. Del otro, el desgobierno que vive Líbano a raíz de la filtración del informe de la ONU sobre el asesinato del primer ministro Rafik Hariri, en febrero 2005.
La 'primavera árabe' en Siria podría atomizar la zona y hacer imprevisibles sus consecuencias no sólo en Líbano, sino también en Israel y en los territorios palestinos. Los expertos consultados llaman la atención sobre el papel que en esta revuelta puede tener Irán, a cuyo régimen no le interesa una caída del presidente Bashar Al Assad. "Teherán controla los hilos de los chiíes en Siria y de Hezbolá en Líbano, de ahí la importancia de sus movimientos", advierten.
Por su parte, las conclusiones del 'informe Hariri' apunta a un grupo próximo a Hezbolá y estas acusaciones provocaron la caída del Gobierno en enero. Ante el temor a una reacción del todopoderoso grupo armado, las tropas españolas han incrementado su protección, habida cuenta de que la milicia islamista también controla el sur del país. Y es que aún sigue muy vivo el recuerdo de la muerte de cinco compañeros a causa de la explosión de una mina en 2007.