Siria contesta las protestas con muerte
Acorralado por las movilizaciones, El-Asad se refugia en la represión y sus tropas abren fuego indiscriminado contra la multitud
Actualizado:Con toda la maquinaria represora preparada para ahogar en sangre cualquier señal de protesta y un vacío de legitimidad cada vez más evidente, el régimen del líder sirio, Bachar el-Asad, se desmorona ante la imposibilidad de contener a una multitud enfurecida a la que solo convence el fin de más de 40 años de dictadura. La matanza del viernes santo, que se cobró la vida de al menos 112 personas cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes congregados en distintos puntos del país, no impidió ayer que decenas de miles opositores se lanzaran de nuevo a las calles para rendir homenaje a los caídos y exigir la salida del poder del dictador.
Los funerales dejaron ayer al menos doce fallecidos y se volvieron especialmente violentos en Damasco después de que las fuerzas leales a El-Asad y francotiradores apostados en los tejados dispararon contra los miles de participantes a los actos en el barrio de Duma y Barza. Mientras, en la localidad sureña de Izraa, agentes policiales y miembros del Ejército atacaron a un grupo de opositores, de los que cinco habrían muerto, cuatro de ellos por disparos en el pecho, según relataron testigos a la cadena catarí Al-Yasira.
La brutal represión del viernes, hasta ahora la más sangrienta desde que estallaron las protestas el pasado 18 de marzo, ha puesto contra la pared al dictador sirio y ha dejado en entredicho sus intenciones de cambio. La víspera de la violenta jornada, el presidente había firmado un decreto para abolir la restrictiva Ley de Emergencia, vigente desde el año 1963, y el temido Tribunal de Seguridad del Estado. Hasta ahora dos de las principales demandas de los manifestantes.
El peor rostro del régimen baasista mostrado al mundo provocó ayer la dimisión de dos parlamentarios, Jalil al-Rifaei y Naser al-Hariri. Ambos diputados abandonaron sus puestos en señal de protesta por la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad del país. «No he podido proteger a mis hijos de los disparos, así que no tiene sentido que siga en el Parlamento», confesó Al-Hariri ante las cámaras de Al-Yasira. En protesta por la muerte de manifestantes a manos de las fuerzas de seguridad también dejó su cargo el muftí de la provincia de Deraa, Rezq Abdulrahman Abazeid, un importante cargo religioso nombrado por el Gobierno.
Unánime condena
La comunidad internacional, por su parte, dejó un mensaje contundente y unánime en su rechazo a la represión del régimen. El secretario de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, pidió una «investigación independiente, transparente y efectiva de esos asesinatos». Asimismo, el máximo representante de la ONU instó a los dirigentes del país a «poner fin de inmediato» a los lamentables episodios que «han matado a demasiadas personas» y recordó que el país árabe tiene la obligación de cumplir con la legislación mundial, que incluye el derecho a la libertad de expresión, de asamblea pacífica y de prensa.
«El uso atroz de la violencia para reprimir las protestas debe terminar», condenó con firmeza el presidente estadounidense, Barack Obama. El Ejecutivo de Francia, al igual que las autoridades rusas y alemanas, evidenció igualmente su repulsa y advirtió de que «los autores de esos crímenes deberán responder por sus actos». «Esta represión ciega y brutal contradice el levantamiento del estado de excepción», afirmó el ministro francés de Exteriores, Alain Juppé.
Al eco de las denuncias y con la intención de enmascarar las imágenes de terror que consiguen traspasar las herméticas barreras del régimen, la agencia oficial Sana asegura que se tratan de instantáneas falsas. «Las fuerzas de seguridad han incautado varios 'chips' no sirios que tenían en su memoria varias escenas prefabricadas».
Respecto a la masacre del viernes santo, Sana se refiere de la existencia de bandas armadas que llevaban botellas con sangre para filmar vídeos fingidos. Asimimo, en sus informaciones limitan la cifra de muertos de hace dos días a una decena, en lugar del más de un centenar que denuncian grupos de derechos humanos, la oposición y Al-Yasira.