Pactar para sobrevivir
El astronómico déficit de EE UU obliga a Obama a aceptar severos recortes
Actualizado:Lo que sucedió en las elecciones legislativas parciales de noviembre pasado en los Estados Unidos, con el neto avance registrado entonces por la oposición republicana, empieza a sentirse a fondo ahora, cuando el gran debate económico nacional acaba de llegar a uno de sus momentos álgidos. El Gobierno del presidente Barack Obama se ve sin la mayoría necesaria en la cámara baja (diputados) para aprobar su presupuesto. Crecida, la oposición republicana obligó la semana pasada a la Casa Blanca a aceptar un severo recorte de sus previsiones para evitar in extremis lo que coloquialmente se llama «cerrar el Gobierno» (dejarle técnicamente sin fondos para pagar a los funcionarios y otras obligaciones del día). Pero nadie se engañó y eso fue, en definitiva, una batalla esencialmente política, ganada por los republicanos que impusieron una reducción pactada por una cuantía relativamente moderada de unos 35.000 millones de dólares. Quedó meridianamente claro, sobre todo, que Obama no dispone de los medios legislativos para aplicar su agenda económica y que salvo milagro le será imposible alcanzar lo que es su propuesta de fondo: aumentar por acuerdo el tope de deuda pública nacional, ahora fijado en la astronómica cifra de más de 14 billones de dólares. Los republicanos ya están en campaña, como, casi explícitamente, lo está también el propio Obama y se multiplican los indicios de que la situación económica y financiera del país a medio y largo plazo será un tema central de la misma. La realidad testaruda es que las finanzas federales no están para mostrarse muy satisfechos: cuando Obama entró en la Casa Blanca, el déficit presupuestario era de 1,3 billones de dólares y ahora es de 1,8 billones. La deuda pública no cesa de crecer y su astronómica cifra equivale a cerca de todo el producto interior bruto anual, lo que ha hecho posible que una agencia de calificación de riesgos osara emitir una reserva negativa sobre la economía norteamericana. En estas circunstancias, Obama sostiene que subir los impuestos es inevitable y razonable, pero los republicanos no están por la labor y el presidente, en procura de su reelección, como mandan los cánones, deberá negociar y, con toda probabilidad, ceder.