EL MARCADOR

LA HORA DE LA VERDAD

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Mientras media España (por no decir toda) está todavía hablando de todo lo que haya sucedido o haya dejado de suceder en el segundo de los cuatro -cansinos- clásicos que nos quedan por soportar, yo me pongo aún más pesado que todos los Indas, Ronceros o Pedreroles del mundo, pero con el Xerez. Porque, aunque el aroma de incienso por el centro, el chirriar de las ruedas por las calles enceradas o los dimes y diretes vividos anoche en Mestalla nos tengan bastante entretenidos en estos últimos días, lo cierto es que la realidad que nos depara es menos agradable.

Seré cansino -ya lo he dicho al comenzar este humilde artículo, aunque me reitero-, pero al Xerez le quedan poquitas balas en la recámara. Si alguien cree que quedan más, lo siento pero se confunde, serán de fogueos, porque de las de verdad ya quedan pocas en la armería xerecista. No quiero ser pájaro de mal agüero ni mucho menos, pero si el Xerez no comienza a sumar de tres en tres desde ya, adiós no solo al sueño del ascenso, si es que alguna vez alguien lo tuvo, sino también nos despedimos de una estabilidad que se puede tornar en tragedia con el paso de los meses.

Del Xerez, o más en concreto de su buena o mala racha deportiva, dependen muchas cosas, algunas inclusos se nos escaparán hasta de las manos. En pocos meses vamos a dar el primer paso legal en esta triste realidad de la Ley Concursal. Todo ha sido muy bonito con Morales atados de pies y manos, lo que no saben algunos es que existe una figura que es la que tiene al nazareno apartado del Xerez, y no nos referimos a los administradores, sino a los acreedores. Ellos son los que mandan, los que dictarán el futuro inmediato, para lo bueno o para lo malo, y lo cierto es que si entra o no la pelotita este sábado, mucho afectará a esta afición, aunque hoy solo hable del Barça-Madrid de anoche.