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Se recogen armas en la iglesia
Brasil inicia una nueva campaña de desarme de la población civil tras la tragedia de la escuela de Río en la que murieron doce niños
MADRID. Actualizado: GuardarLas iglesias de Brasil ya no sólo recibirán la colecta de óbolos en el cada vez más escaso cepillo del domingo. Ahora también van a aceptar las armas que les quieran entregar sus fieles. Que de esas sus parroquianos tienen, y muchas. De todo tipo: pistolas, revólveres, fusiles, incluso granadas y munición. Todo tiene cabida en la casa del Señor y eso que la intención no es armar al clero, sino desarmar a la población civil dentro de una campaña de recogida de armas que se iniciará el próximo 6 de mayo y con la que se pretende llegar a todos los rincones del país. Uno de los puntos habilitados para depositar los arsenales serán las iglesias, tal vez por aquello del secreto de confesión, mandato eclesiástico que daría más confianza a quienes deseen desprenderse de sus armas.
No se trata de una iniciativa nueva. Ya en 2004, el entonces presidente Lula da Silva instauró este programa ante las alarmantes cifras de muertes por armas de fuego: por aquel entonces, el 11% de los asesinatos del mundo se cometían en Brasil. En poco más de una semana las autoridades recibieron más de 11.000 armas. Una respuesta que superó todas sus expectativas. Seguramente, algo tuvieron que ver las indemnizaciones por arma entregada, en función de su calibre, que nada motiva tanto como el bolsillo lleno.
Los acontecimientos de las últimas semanas han vuelto a disparar las alarmas en el país latinoamericano. La matanza de la escuela de Río de Janeiro en la que murieron a tiros 12 niños ha coincidido con la publicación de otros datos que ponen los pelos de punta: en los depósitos de armas de las autoridades brasileñas se guardan casi tantas armas decomisadas como las que integran el arsenal de la Policía.
Dicho de otra manera: hay tantas armas en la calle como en las comisarías. En total, 752.934 unidades incautadas en acciones violentas y delitos. Un dato que ha obligado al Gobierno a replantearse su política de recogida y ampliar los puntos no sólo a iglesias por todo el país, sino a las sedes de las ONG y de la orden de Abogados de Brasil.
Alicientes económicos
La cultura de las armas está muy arraigada en la sociedad brasileña. En 2005, el 64% de la población tumbaba la propuesta de prohibir el comercio legal de armas a civiles. Alicientes económicos parecen imprescindibles. En esta ocasión, las cantidades que los desarmados se embolsarán oscilan entre 100 y 300 reales (entre 44 y 133 euros).
El armamento recogido no pasará a engrosar los almacenes gubernamentales. Esta vez, la Administración brasileña pretende silenciar cualquier sospecha de que las armas requisadas a los civiles se vuelven a poner en circulación en el mercado negro. Y lo hará de forma contundente: destruirán todo el arsenal en el mismo momento de su entrega. Queda la incógnita de cómo lo harán. Y, sobre todo, si habrá sitio en las sacristías para guardar tanto armamento.