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PAN Y CIRCO

Y TODAVÍA QUEDAN TRES

KEKO RUIZ
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La gira que han iniciado Real Madrid y Barcelona por todos los televisores de España comenzó anoche con un aperitivo liguero, una minucia comparada con los tres platos fuertes que restan y la mirada ya puesta en un Miércoles Santo que no tendrá como principal incógnita el cielo, sino la final copera que convertirá los desfiles procesionales en mera anécdota. El partido del siglo multiplicado por cuatro es algo que ni en los tiempos de bonanza económica podía permitirse este país. Bueno, para algunos quinquis nada ha cambiado porque siguen teniendo un cochazo, no les falta la droga, la policía no hace nada por frenarles el suministro y a disfrutar de estos derbis que la temporada que viene Mourinho y Guardiola dirán. Los que sí están para tirarse de los pelos son los directivos de los canales de pago porque -sin que sirva de precedente- para ellos no habrá tajada.

Para estos quinquis, pero de corbata, chaqueta y pelo engominado, que los cuatro partidos sean en abierto es una soberana patada sobre unos traseros que siempre viajan en bussiness. La hostelería también saldrá muy mal parada porque esta vez no podrá hacer cuatro cajas con este empacho de derbis. La crisis invita a ver el espectáculo en casa con la nevera bien repleta y a disfrutar del fútbol que la próxima campaña Messi y Cristiano dirán. Ahora, que me toca vivir esta parafernalia en el bando del aspirante a destronar al mejor equipo del mundo, espero que sí me corresponda catar algún trozo del pastel, pero mucho me temo que la ambición del Barça no conoce misericordia. Las manitas son un placer que no cansa y saber si a los blaugranas es mejor encararlos a uno o a dos partidos es un debate que en pocos días quedará resuelto.

El otro debate, el de cómo estará España después de estos cuatro partidazos, mejor ni pensarlo porque el regreso a la diaria y triste rutina anulará esta sobredosis de balón.