Contradicciones antiterroristas
Gobierno y oposición deben actuar con una mayor unidad de criterio en sus declaraciones
Actualizado:ETA está felizmente exhausta y su amenaza ha dejado hace ya algún tiempo de constituir una de las grandes preocupaciones de los españoles como ocurrió durante décadas. Sin embargo, y aunque es notorio que el Estado ha conseguido triunfar clamorosamente sobre los terroristas, el viejo problema está sirviendo, para perplejidad de los ciudadanos, de arma arrojadiza entre los partidos políticos, y este prolongado final de la banda armada que nos ha golpeado durante más de una década con un saldo dramático de más de 800 muertes está siendo escenario de indecorosas y absurdas ambigüedades. En lo referente al Gobierno, la firmeza frente a la organización terrorista que muestra el ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, decidido a mantener a los herederos de Batasuna fuera de las instituciones hasta que no se acredite fehacientemente que han dejado de ser parte de la estrategia de ETA, y dispuesto a colaborar con la principal oposición en la gestión del desenlace del terrorismo, contrasta con la benevolencia que el presidente del PSE, Eguiguren, muestra hacia la izquierda 'abertzale', que se traduce en públicas presiones sobre Patxi López para que el actual Ejecutivo, posible gracias al apoyo del PP vasco, 'haga la paz', esto es, permita a los radicales ingresar en las instituciones y convenza de ello al gobierno central. En lo tocante a la principal fuerza de la oposición, las incongruencias son también notorias: Federico Trillo ha pactado con Rubalcaba la impugnación de todas las listas de Bildu horas antes de que personalidades del PP acudieran a una manifestación en la que se clamaba por el encarcelamiento del ministro del Interior, y en las últimas horas el reconocimiento público del acuerdo entre las dos formaciones ha sido simultáneo a gravísimas censuras de Dolores de Cospedal contra Rubalcaba y de insinuaciones malévolas de Mayor Oreja contra la política gubernamental. Por fortuna, ambos partidos administran sus contradicciones con cuidado para no cruzar el umbral que haría saltar por los aires el pacto antiterrorista, pero de continuar este ejercicio de recíproca contradicción podría terminar afectando al consenso existente y, lo que sería más grave, rompiéndose la fecunda experiencia vasca, que es de justicia cuidar con delicadeza.