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Rebeldes escriben sus nombres y luego los queman con pólvora para dejarlos grabados al borde de la carretera antes de dirigirse al frente cerca de Ajdabiya. :: ODD ANDERSEN / AFP
MUNDO

La división aliada da aire a Gadafi

La conferencia de Berlín fracasa a la hora de responder a la petición del mando militar de enviar más aviones de combate a Libia

ENRIQUE MÜLLER CORRESPONSAL
BERLÍN.Actualizado:

La OTAN tiene un problema que no sabe cómo solucionar y que quedó en evidencia durante la cumbre que finalizó ayer en Berlín. La Alianza Atlántica necesita más aviones de combate para intensificar su campaña contra Muamar Gadafi, a lo que no parecen muy inclinados sus miembros.

Por segundo día consecutivo, los ministros de Asuntos Exteriores de los veintiocho países que integran la organización fracasaron en su intento de aumentar el contingente aéreo para someter a las fuerzas de Trípoli. Aunque el fiasco fue evidente, el secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, admitió que tenía esperanzas de que algunos países cambiaran de opinión. «Confío en que vayamos a conseguir los activos necesarios en un futuro muy cercano», declaró.

El mando militar dejó claro que necesita, al menos, otros diez o doce aviones de combate de alta precisión que puedan atacar posiciones militares sin causar daños a la población civil. La ofensiva aérea disminuyó considerablemente cuando Estados Unidos decidió retirarse de la 'operación Amanecer de la Odisea', una medida que afectó el poder destructivo de la campaña aérea. Por el momento, solo aviones de Francia, Reino Unido, Canadá, Bélgica, Dinamarca y Noruega participan en la campaña contra Gadafi.

A pesar del escaso éxito de la conferencia, Fogh Rasmussen manifestó ayer que la OTAN está decidida a continuar con su operación hasta que cesen los ataques contra la población civil. «Es imposible imaginar que esta amenaza desaparecerá con Gadafi en el poder», insistió. El secretario general también respaldó el mensaje conjunto sobre Libia de los líderes de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, que se mostraron a favor de mantener la campaña militar mientras el tirano permanezca en el poder. Según Rasmussen, el articulo firmado por Barack Obama, Nicolas Sarkozy y David Cameron, refleja la «unidad y determinación» de la OTAN.

Críticas de Rusia

La decisión de los aliados de acabar con Gadafi es vista, sin embargo, como excesiva por Rusia. Moscú considera que la operación está yendo más allá del mandato otorgado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, recordó ayer en Berlín que la resolución 1973 «no autoriza ninguna acción para cambiar el régimen en Libia».

Lavrov, en un tono crítico, advirtió contra el uso de una «fuerza excesiva» que podría provocar bajas civiles. Censuró también la idea de armar a los rebeldes que barajan algunos países, y aseguró que eso violaría las resoluciones de la ONU, que decretan un embargo de armas sobre Libia. El jefe de la diplomacia del Kremlin consideró importante, asimismo, pasar «urgentemente» a una fase «política» para resolver el conflicto y apoyó los esfuerzos de la Unión Africana para lograr un alto el fuego, que por ahora han sido rechazados por los sublevados por no implicar la salida de Gadafi.

Rasmussen salió rápidamente al paso y destacó que la Alianza está «implementando, en conformidad estricta con la letra y el espíritu», la resolución de las Naciones Unidas y descartó el envío de tropas terrestres a territorio libio, algo que no contempla el mencionado texto.

Pero la reunión aliada en la capital alemana sí tuvo cierto éxito a la hora de poner en marcha un operativo humanitario conjunto entre la OTAN y la Unión Europea destinado a enviar ayuda a la población de la ciudad libia de Misrata, asediada desde hace dos meses por las fuerzas de Trípoli. La operación, todavía en ciernes, prevé movilizar varios centenares de soldados, incluidos efectivos de Alemania, para asegurar que la ayuda llegue a su destino. La iniciativa tiene un presupuesto inicial de ocho millones de euros y estaría dirigida por el vicealmirante italiano, Claudio Gaudiosi.

Trípoli advirtió que cualquier «acercamiento al territorio libio bajo el pretexto de una misión humanitaria», se encontraría con una «resistencia feroz».