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Nadal se cita con Ferrer en la final

El número uno del mundo vence a Andy Murray (6-4, 2-6 y 6-1) en casi tres horas de encuentro y luchará por su séptimo título

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No es una cuestión únicamente de jugar bien y aprovechar las pocas oportunidades que te ofrece. No consiste exclusivamente en jugar un partidazo sobre tierra batida delante del, probablemente, mejor tenista de la historia en esta superficie. Para ganar a Nadal hay que tener algo más. Y ese algo es una brecha inalcanzable para la mayoría de los tenistas. Ese plus para vencerle pasa inequívocamente por un día horrendo del número uno del mundo, por rezar para que falle. Y no fue el caso. El mallorquín resultó demasiado para Murray. En un sufrido partido en el que ambos jugadores acabaron exhaustos, el manacorense logró la victoria por 6-4, 2-6 y 6-1 tras dos horas y 58 minutos. En su séptima final consecutiva se verá las caras con el también español David Ferrer, quien venció cómodamente al austríaco Melzer.

A diferencia de las rondas previas, Nadal no comenzó el duelo como le gusta. En este caso, Murray empezó restando y le rompió el servicio al español gracias al 15-40 inicial. A pesar de este contratiempo, el balear se recompuso y le devolvió el ‘break’. Más defensivo, y demasiado lejos de la línea de fondo, el escocés dejó que el de Manacor dominase el punto, cogiese su demoledora derecha y consiguiese un parcial de 4-0. Pero el número cuatro del mundo no había dicho su última palabra en la primera manga.

En el séptimo juego, un 0-40 en contra del cinco veces campeón de Roland Garros facilitó la rotura de servicio de Murray. Sin primeros saques, y tras remontar dos bolas de ‘break’, una derecha invertida cruzada al pasillo del mallorquín apretó el marcador y propició el 4-4 posterior. El noveno juego fue la clave del set. Después de más de 14 minutos de lucha incansable, de oportunidades para ambos tenistas, Nadal no falló, rompió el saque y cerró la manga con su servicio.

Los cinco primeros juegos del segundo parcial ejemplificaron la dureza de la tierra batida. Juegos maratonianos, interminables, con intercambios llevados hasta la extenuación y ambos jugadores corriendo de lado a lado de la pista, sin encontrar el punto ganador que acorte el punto. Uno de ellos, el cuarto, duró 19 minutos. Se lo llevó Murray. El siguiente, tras más de diez minutos, también. El escocés jugaba como Nadal. El cabeza de serie número uno no encontraba su sitio y erraba más de la cuenta. El finalista del Open de Australia cosechaba puntos largos con dejadas, con ángulos cortos. En definitiva, como un especialista en la arcilla que tantos éxitos ha dado al español.

Nadal no perdona en el tercero

Con dos ‘breaks’ a favor de Murray y 4-1 en el marcador, una rotura de servicio del pupilo de Toni Nadal puso algo de emoción al set. Pero nada más lejos de la realidad. Lo que se veía en la pista era cristalino: el balear tenía graves problemas para hacer su juego desde el fondo de la pista y evitar fallos innecesarios. Una doble falta permitió el contrabreak en blanco del escocés. Y el expupilo de Corretja no perdonó con su saque. Los 18 errores no forzados del de Manacor en este set resumen perfectamente lo inusual de su incomodidad en la pista y de su mal juego.

La falta de consistencia del segundo set fue recuperada nada más empezar el tercero. Un servicio logrado cómodamente y un tempranero ‘break’ pusieron cuesta abajo la manga para Nadal. Y no lo desaprovechó. Retomó su mejor juego, mareó a Murray de lado a lado de la pista y no falló con su saque. A pesar de las dudas surgidas en el segundo parcial, el mallorquín fue capaz de llevar al límite al escocés y logró su victoria número 38 en Montecarlo gracias a un claro 6-1 final.