Sensación de impunidad
En la lacerante liberación de Troitiño solo el derecho puede corregirse a sí mismo
Actualizado:La puesta en libertad de Antonio Troitiño Arranz, tras cumplir 24 años de prisión de una pena total de 2.500 años por 22 asesinatos, ha suscitado reacciones de indignación social y política así como el recurso por parte de la Fiscalía de la Audiencia Nacional para invalidar la salida de la cárcel. Tal decisión judicial se adoptó en aplicación de una sentencia interpretativa del Tribunal Constitucional que en 2008 estableció la doctrina del 'doble cómputo', por la que el tiempo transcurrido en prisión provisional pasaba a tenerse en cuenta en relación a todas las causas. Por doloroso e incomprensible que resulte lo ocurrido, por injusto que parezca, es poco probable que la Audiencia Nacional pudiera evitarlo según las reglas del Estado de derecho. El gesto posterior de la fiscalía, reclamando que las prisiones provisionales que pesaron sobre Troitiño se computen de forma sucesiva, puede representar más la expresión testimonial de la discrepancia que un recurso a resolver por parte de la propia Audiencia Nacional. La convocatoria de una reunión específica de su Sala de lo Penal para el próximo día 25 de abril permitirá despejar la duda. De ahí que no resulte conveniente que dirigentes políticos y responsables institucionales abominen de lo ocurrido como si tuviese una fácil solución, o pudiera soslayarse el parecer del Constitucional mediante la aplicación, sin más, del nuevo precepto penal. La puesta en libertad de Antonio Troitiño traslada a la sociedad la percepción de que ha cumplido poco más de un año de cárcel por cada uno de los 22 asesinatos que cometió. Es lo que provoca sentimientos de impunidad e incluso de indefensión. Aunque la mejor manera de que este enredo jurídico y judicial no acabe convirtiéndose en una victoria pírrica pero lacerante de los terroristas es que los procedimientos jurisdiccionales se agoten a la búsqueda de una rectificación. Y si esto no es legalmente posible, que los poderes del Estado -partidos representados en las Cortes incluidos- expresen la autocrítica que a cada cual corresponda sin que nadie pretenda exculparse insinuando que la liberación de Troitiño es fruto de una componenda del Gobierno.