Feliz cumpleaños
Actualizado: GuardarCasi dos mil alumnos sentados en el pabellón del colegio significan mucha satisfacción y más responsabilidad, porque es la constatación de que los gaditanos confiamos a los marianistas lo que más queremos: nuestros hijos. En el colegio, su colegio, han sido educados en un ambiente familiar, sabiéndose respetados y exigiéndoseles que lo sean con los demás, enseñándoles a ser libres para decidir y responsables para asumir las decisiones tomadas y en la exigencia personal e intelectual de esforzarse para hacer una sociedad mejor. El beato Chaminade, 250 años después, tiene motivos para estar satisfecho, como lo estaba el Provincial, que nos explicó que marianista se escribe con F de Familia y de Fraternidad, a lo que añado y con C de compromiso, porque es mucho lo que hemos recibido de nuestros años de colegio y es grande nuestra deuda con los demás.
Me pareció ver en una esquina del pabellón, con su inconfundible bata blanca, a Melquiades, al que le intuí una media sonrisa de satisfacción de ver que sus scouts, casi cincuenta años después, seguían allí, como siempre en cada acto importante en la vida del colegio, intentando hacer realidad la máxima que él nos había transmitido: 'voluntarios para todo'. También me pareció atisbar a don Bernardo que discretamente, tras el altar, trajinaba para que todo estuviera en su sitio.
Si en España la distinción de Grande se otorgara a quienes han hecho de su vida un ejemplo, junto a don Antonio Ceballos - muy fashion con mitra, báculo y wayfarer genuinamente vintage - se sentaban dos Grande de España. Luis Castro, un chaval de ochenta y muchos años, pura energía, coherencia y compromiso con la verdad, autor de revolucionarias aportaciones litúrgicas, como el comando litúrgico, que ha convertido en protagonistas de la Eucaristía a los mas pequeños, o la catequesis cadista que da pleno sentido al "podéis ir en paz", porque nos hace salir de la iglesia con una enorme sonrisa. Y el padre Feliciano, otro chaval de ochenta y ocho años, pura bondad, puro sentido cristiano de la caridad, y del que mi hija, a la que ha dado algunas charlas preparatorias de su primera comunión, me confirma que todavía no ha aprendido a reñir. Feliz cumpleaños.