Dos liderazgos en juego
Los proyectos de Florentino y Rosell, en manos de dos técnicos antagónicos
MADRID.Actualizado:«¡Sal del banquillo, Mourinho, sal del banquillo!». Cinco meses después de que el Camp Nou se burlase de él mientras el Barça goleaba por 5-0 al Madrid y el portugués aguantaba el chaparrón de fútbol de los azulgrana sin asomar la cabeza, le ha llegado el momento de la 'vendetta'. Ya se la tomó con el Inter la pasada temporada, pero en esta ocasión la oportunidad que se le presenta como entrenador blanco no solo conlleva consecuencias personales, sino también colectivas. Nunca antes había vinculado Florentino Pérez su destino al de un entrenador, pero el presidente ha convertido la voz del portugués en la de la institución y ha otorgado a Mourinho plenos poderes para que el mejor club del siglo XX compita con el más brillante de lo que se lleva de siglo XXI. El futuro de ambos está unido de forma irremediable, y pasa por un atracón de clásicos en el que a Mourinho le toca ahora exhibir conocimientos y capacidad para gestionar a su plantilla.
La obsesión es la 'décima'; la utopía, la Liga; el consuelo, la Copa. Por el momento, ya ha firmado una final anticipada de la 'Champions' contra el Barcelona y una final copera siete años después, porque la lucha por la Liga ha quedado devaluada ante un rival imposible en el campeonato local, y tras esa 'manita' que tanto escoció en el madridismo. Para Mourinho, sin embargo, esa goleada fue, según sus palabras, «fácil de digerir». Al látigo azulgrana, al populista acusado de teatrero, se le exige pasar ya de las palabras a los hechos. Parte de su historia en el cargo que ocupa como entrenador mejor pagado del mundo (13,5 millones de euros) está vinculado a sus inmediatas guerras contra los azulgrana, a quienes no ha dejado de sacudir a lo largo de toda la temporada al denunciar presuntos favores arbitrales, con continuas protestas sobre unos horarios manejados por la 'mano negra' de la Liga de Fútbol Profesional y el operador televisivo del barcelonista Jaume Roures.
El técnico que acusa de «hipócritas» a quienes consideran que sus quejas son excusas y que Mourinho cree disponer de una coartada por si llega el batacazo, ha ganado ya más de una batalla a Florentino, pero le queda rematar para hacerse aún más fuerte en ese banquillo que antes devoraba entrenadores y ahora está rendido ante el poder de persuasión del luso. No pudo ser seleccionador de su país, pero no paró hasta conseguir al delantero centro que reclamaba desde el verano y consiguió apartar a Jorge Valdano de su camino, para que su amenaza de abandonar al final de esta misma campaña quedase, de momento, en el olvido. Ganó estos pulsos al presidente y, aunque no deja de recordar que algún día regresará al fútbol inglés, ahora que va de la mano de los que deciden, asegura que le gustaría ampliar su contrato. Esa continuidad, sin embargo, queda a expensas del éxito o el fracaso inmediato, de su capacidad para sobreponerse a la ansiedad y a las urgencias que acogotan al Real Madrid.
Riesgos y torpezas
Sus récords y sus títulos hablan por sí solos de su aptitud -es el primer entrenador que ha alcanzado las semifinales de la 'Champions' con cuatro equipos diferentes (Oporto, Chelsea, Inter y Real Madrid)-, pero en una entidad de tantísima exigencia y con ese entorno dañino representando por los medios, Mourinho debe demostrar que sus planteamientos futbolísticos le llegan para derribar al todopoderoso. Por el momento, salvo el 5-0 de Barcelona y los puntos perdidos en la Liga ante los modestos, por atascarse sin fútbol, la autocomplacencia de su equipo, y porque él también se ha encargado de tirar las primeras partes, ha cumplido los objetivos. Ha exprimido a una plantilla superior a la del Barça y ha arriesgado demasiado con Cristiano Ronaldo y también con las tarjetas provocadas, pero el Madrid parece llegar pletórico a esta fase trascendental. Y en algunos casos, desafiante. «El que ríe el último, ríe mejor», sentenció 'CR7' la noche del pasado miércoles cuando se le recordó la 'manita' del Camp Nou y las opciones de los blancos ante un Barcelona que ha estado torpe al pecar de 'madriditis'.
Mourinho ha logrado cambiar de forma radical la mentalidad de un equipo antes acomodado y muy alejado del sacrificio, pero durante estas tres semanas se somete a otra prueba de enormes proporciones, la de erigirse como psicólogo de primera y concienciar a sus jugadores de que este Barça invencible no da miedo. De la necesidad de que ha llegado el momento de alejar el fantasma azulgrana y liberar el alma.
Algunos le aplauden que vaya de frente, aunque lance sus dardos sin citar nombres. El actor con papel de protagonista, el gran comunicador que mide cada uno de sus gestos e intervenciones, se ha ganado demasiados enemigos con un comportamiento muy alejado de los valores que ha pregonado a lo largo de su historia el club blanco, aunque según Florentino, «lo que hace Mourinho también es señorío». El madridismo lo idolatra, aunque al final, el que mandará será el balón. De que la pelota entre o no dependerá su camino, y también el de sus dirigentes.