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opinión

Pasarse de listas

El PP ha pasado de anunciar su Código Ético a liderar el ránking de implicados en sus candidaturas

Teodoro León Gross
Actualizado:

Rajoy parece apostar por un rápido vuelco electoral. Lo sorprendente, eso sí, es que se trate de un vuelco electoral a favor de sus rivales. El Partido Socialista recorta distancia en los sondeos mientras Rajoy se enroca en su apatía indolente, apalancado en la estrategia del sofá según la doctrina de su oráculo de cabecera: sentarse hasta ver pasar el cadáver de su enemigo por delante de la calle Génova y salir entonces al balcón a botar con sus fans. Esa es la teoría de sus cabezas de huevo: lo mejor que puede hacer es no hacer nada. Sin embargo esa indiferencia suya empieza a convertirse en un tópico vitriólico, y además todo un ‘trending topic’ tras el punto de inflexión de las listas de Valencia. Quizá el electorado levantino no pasará factura a unas listas llenas de imputados, pero él sí va a sufrir por su imagen de abúlica dejadez limitándose a fumar habanos con toda su atención puesta en el Marca.

La versión oficial es que ‘Camps cuela a Rajoy una lista con diez implicados por corrupción’. Al tratar de dulcificar las cosas presentando a Rajoy como víctima de esa macarrada, le hacen un flaco favor. Así queda retratado no solo como un político permisivo con la venalidad, sino además como un dirigente blando que prefiere mirar para otro por no encarar los enredos de su gente. Su respuesta cuando le dijeron que hasta Costa iba en las listas, tapándose en el burladero de la inopia con un «¿Costa? ¿Quién es Costa?», es la versión gallega de la cretinez de Lopera cuando le anunciaron tras un sorteo de la UEFA que el Betis jugaría con el Chelsea: «¿Cherzi? ¿Quién ej er Cherzi? De momento Rajoy ya ha empezado a tener retornos demoscópicos del precio de renunciar a la ejemplaridad ética: la mayoría de españoles tampoco confía en él.

La corrupción, cierto, está generalizada en las listas. Hay más de un centenar de implicados por doquier, en casi todos los partidos y comunidades, desde Finesterre al Cabo de Gata, desde Portlligat a Santa Cruz. Pero el PP ha estado vendiendo un Código Ético de regeneración moral de la nación y apenas un mes después aparece liderando el ranking de implicados en sus candidaturas. Todas las ejecutivas se pasan de listas; pero el PP de Rajoy ahí bate records. Bajo la espuma retórica aparece la realidad del chapapote espeso de la corrupción tolerada. Y el problema al llevar a la peña de ‘Gürtel’ en el corazón de sus listas es que el PP asume esta trama de corrupción como parte de sí mismo sin ningún pudor. Rajoy pierde así una de sus banderas: la regeneración ética. Su imagen, según el veredicto implacable de los sondeos, ya tiene pocos atractivos como para berlusconizarse caricaturizando la corrupción como un mal chiste.