Eurocabreados
Actualizado:Pero profundamente, vamos, hasta la coronilla del Rey Enrique VIII (antes de su lesión). Es normal que lo estén. Son nuestros representantes en el extranjero, gente que sabe de la vida y de la política, fundamentales para posibilitar que esos hijos de mala madre usurera que pululan entre las heces de la Unión Europea, obliguen al probe Portugal (que rima con Brugal) a pulirse los fondos de rescate. No, mire usted, los españoles no necesitamos que nos rescaten; ya nos sobramos nosotros para perdernos y autorrescatarnos, como hemos demostrado todo este tiempo atrás (por tiempo, léanse siglos).
Y lo entiendo, su mosqueo. ¿Para qué han entrado en política sino para ayudarnos y autorrescatarnos, para evitar la desmesurada y abusiva injerencia extranacional? Su vida depende de ello. Y ahora qué, ¿tienen que viajar en clase turista para ahorrar? ¿Qué nos hemos creído? Un eurodiputado normalmente tiene amplias posaderas, fruto de la cantidad de horas que se pasan sentados en aviones intracomunitarios, en reuniones intracomunitarias y en wáteres intracomunitarios. No cabe, es un hecho matemático y mensurable. Es fundamental que el eurorrescatador vaya cómodo para llegar descansado, con la espada afilada y el escudo reluciente (el yelmo, da igual, está ya abollado desde lo de Carrero Blanco). No en vano, puede ser que se encuentre por los pasillos de la eurosede rescatadora con Merkel, y la teutona es peligrosa. Hay que estar en plenas condiciones físicas, mentales y sacrocoxígeas. Así que no consiento la mentira de estos europersonajes («Uy, nos hemos equivocado de botón, queríamos lo contrario»): si habéis votado que queréis ir en clase preferente, levantad la cabeza y decidlo con sinceridad:
«Que sí, que eso es lo que hay, que este trabajo está mal pagado, no vemos a la familia nunca con tanto viaje, nuestra mujer está haciendo una alianza de civilizaciones con el vecino del 2º, y encima estamos peor mirados que un político honrado. Y si no os gusta, el año que viene os vais vosotros a Bruselas a comer coles, que esto no es vida, vamos, ni que la clase preferente fuera la panacea: el ron es Brugal (y no Matusalén, como dicen las malas lenguas), las pasas tienen hasta rabito y las azafatas peinan bigote. Si quieren que ahorremos, que nos manden en 'Vueling', pero en Business, que es lo que pega con nuestra categoría e importancia. Faltaría plus. Y la semana que viene llega a Cádiz un brasileño semidesconocido y en decadencia, pero no, no es Ronaldo ni va a probar con el Jerez Industrial. Se llama Lula da Silva y dicen que en su día hizo unos discursos del Herbert Von Karajan sobre la paz en el mundo mundial y cosas así, de progres. Y lo quieren vender como un éxito de la democracia y le dan un premiecillo. Seguro que a dicho señor lo traen a la tacita de plata en preferente y nadie dice nada. ¿Y ese señor quién es, de cuán lejos viene? Es normal que lo estemos. Eurocabreados. Y encima nos critican. «Manda hemorroides».