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Un policía ruso vigila la zona de Smolensk en la que cayó el Tupólev 154, cuyos restos aparecen a su espalda. :: REUTERS
MUNDO

La herida de Smolensk aún sangra

Polonia conmemora el primer aniversario de la tragedia aérea en la que murió el presidente en medio de la crispación social y política

PACO SOTO
VARSOVIA.Actualizado:

Polonia conmemora hoy el primer aniversario de la catástrofe aérea de Smolensk (Rusia), que causó la muerte del presidente Lech Kaczynski y otros 95 representantes de las principales instituciones del Estado en un ambiente de división social y política. El ultraconservador y nacionalista partido Ley y Justicia (PiS) de Jaroslaw Kaczynski, hermano gemelo del difunto jefe del Estado, está convencido de que existe una conspiración contra Polonia. Acusa al Gobierno de Donald Tusk de esconder la verdad sobre la tragedia e insinúa que los servicios secretos rusos organizaron un atentado contra el avión presidencial, un Tupólev 154 de fabricación soviética.

La estrategia de Kaczynski contra el Gobierno de centroderecha de Tusk es demoledora, y tiene el apoyo de los sectores más conservadores de la población y de medios de extrema derecha católica como el rotativo 'Nasz Dziennik' y la emisora Radio Maryja. La Fiscalía Militar polaca anunció hace unos días que la causa de la catástrofe de Smolensk no fue un ataque terrorista, sino con toda seguridad una avería técnica, aunque también barajó la hipótesis de un error de la tripulación del avión, del personal terrestre polaco o de los controladores aéreos rusos. «No tiene ningún sentido afirmar que el accidente de Smolensk fue un atentado, no hay ninguna prueba, y decir lo contrario solo contribuye a crispar y dividir la sociedad», dice el politólogo Marcin Król.

El arzobispo de Varsovia, Kazimierz Nycz, que representa a un grupo de prelados moderados dentro de la jerarquía católica, hizo un llamamiento a la «unidad» de los polacos, porque, a su juicio, un pueblo «no puede vivir permanentemente» inmerso en el victimismo y el martirologio. Pero Kaczynski no piensa bajar la guardia, porque «representa a grupos frustrados económica y políticamente, a los perdedores de la transición al capitalismo, a sectores populares y de clase media que viven anclados en el pasado y no ven expectativas de progreso en la situación actual», señala el exactivista del sindicato Solidaridad Zbigniew Marcin Kowalewski.

Jaroslaw Kaczynski advirtió de que «mientras vivamos, seguiremos rindiendo homenaje a las víctimas de Smolensk. Nadie puede negarnos este derecho». Hace unos días, el PiS hizo público un documento programático titulado 'Informe sobre el estado de la República' en el que afirma que Polonia «está en ruinas» por culpa del actual Gobierno liberal. La conclusión del PiS es que «en la historia polaca después de 1989 nunca hubo un Gobierno que tuviera un balance tan negativo como el actual».

Ataques constantes

Kaczynski lleva un año atacando al Ejecutivo y a Rusia, porque «su objetivo es desestabilizar y dividir a la sociedad», indica Marcin Król. «El PiS sabe que no puede tener una mayoría parlamentaria para gobernar, y ha escogido una estrategia basada en la mitología nacionalista y las teorías conspirativas para mantenerse en el candelero político», recalca Zbigniew Marcin Kowalewski. En opinión de Slawomir Sierakowski, activista de izquierda y analista, «la derecha polaca trata de manipular las emociones de la población en su propio beneficio. Y una de las formas de hacerlo ha sido azuzar el sentimiento antirruso».

Kaczynski perdió las elecciones presidenciales del pasado verano frente al liberal Bronislaw Komorowski y todos los sondeos indican que no ganará las legislativas del próximo otoño. «Kaczynski lo sabe y se agarra al tema de Smolensk, porque es uno de los pocos instrumentos que le quedan para seguir en la estrategia de la confrontación y la división», opina Kowalewski.

La sociedad polaca empieza a estar cansada de teorías conspirativas y de planes políticos paranoicos y una mayoría social rechaza al PiS. Según diversos sondeos, la minoría nacionalista recalcitrante estaría compuesta por entre el 15% y el 30% de la población.

Muchos militantes y votantes de Kaczynski seguirán yendo a la iglesia el 10 de cada mes para honrar la memoria del difunto presidente y de vez en cuando organizarán trifulcas callejeras y los medios de la derecha extrema seguirán defendiendo una Polonia rancia y alejada de los parámetros democráticos europeos. Pero según el periodista de 'Gazeta Wyborcza' Marek Beylin «la mayoría de la sociedad les dará la espalda, porque aspira a la plena modernidad democrática». Los analistas sostienen que el viento sopla en contra de Kaczynski, aunque Smolensk todavía bloquee la situación política polaca.