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Alonso, durante una parada en la clasificación de ayer. :: REUTERS
Deportes/Motor

Ferrari no está para fiestas

Alonso saldrá quinto, muy lejos de la pugna entre Red Bull y McLarenVettel consigue su segunda 'pole' consecutiva, aunque Hamilton se postula como aspirante para una lucha con el alemán

JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
MADRID.Actualizado:

Los signos que emite el Mundial transportan al pasado, a una reedición de lo conocido. Ferrari no está para fiestas y su competencia empieza a abarcar una ventaja que, con el paso de los meses y los grandes premios, Fernando Alonso tendrá que intentar anular. En Malasia, un país integrado en una jungla, Vettel lo volvió a hacer. Segunda 'pole' de dos posibles. Pleno para el alemán, que ayer no abusó. Tuvo muy cerca a Hamilton, potente pasajero de un McLaren efervescente. Alonso saldrá quinto.

Stefano Domenicali, el número uno en el staff ejecutivo de Ferrari, habla de 'catenaccio', de fútbol defensivo para minimizar daños. Aldo Costa, el jefe de diseño, se explaya sobre las bondades del alerón delantero flexible de Red Bull y anticipa que profundizarán (copiarán, en el lenguaje políticamente incorrecto) en la idea planteada por Adrian Newey. Y Fernando Alonso viene a decir que esto es lo que hay, un coche para pugnar por la UEFA, pero no por la Champions.

Alonso no puede todavía optar a la mejor ubicación de la parrilla. Así lo decretó la sesión cronometrada de Malasia, una pugna permanente entre Red Bull y McLaren y sus primeros espadas, Vettel y Hamilton, superiores a sus compañeros Webber y Button. El asturiano fue el primero del otro pelotón. Y consiguió la quinta plaza gracias a una gran vuelta con neumáticos blandos y nuevos ante la pujanza de los Renault, que le apretaron sobremanera en la ronda final de la Q3. De otra forma, el asturiano hubiera embarrancando en una inquietante sexta o séptima plaza.

La hegemonía que no llega

No es el tipo de resultado que imploraban sus fieles cuando se consumó la unión Alonso-Ferrari. La gente esperaba una hegemonía sin avasallamiento, un gobierno que no aplastase, pero sí que mandase. No es el caso. Red Bull ha impuesto sus galones y dispone de pilotos, estructura e ideas para sostener la presión del líder.

En Sepang la noticia fue Hamilton, sus frenazos locos, su irresistible ambición y sus ganas de proponer una alternativa. Casi arrebata la 'pole' a Vettel en un brusco ejercicio de su profesión. Está en la pelea y puede ganar hoy porque no andará lejos del ritmo del alemán. Hamilton expuso la realidad McLaren, un coche que apenas tuvo horas de entrenamiento en la pretemporada y que salió a pista envuelto en la eficaz propaganda de la Fórmula 1. Se habló de un cambio radical en la configuración del coche, poco menos que del milagro de los panes y los peces de la noche a la mañana. Hipótesis que desmontan los sabios de la F-1, que prefieren descubrir razonamientos lógicos: trabajo en la sombra, un coche a medio armar y puesta en escena potente en Australia. Nada de milagros.

Hamilton recordó el pasado para explicar el presente: «Ustedes me vieron con Fernando (en referencia al tumulto de 2007) y hoy me ven con Jenson Button. Somos dos campeones del mundo, que podemos competir en igualdad de condiciones siempre en beneficio del equipo». Al respecto de las dobles parejas, comentó Chris Horner, el jefe de Red Bull: «Estamos orgullosos de nuestra pareja de pilotos. Ya veremos cómo evolucionan las cosas».

Después del estropicio de Australia, Hispania levantó su imagen en Malasia. Los coches españoles, pilotados por Liuzzi y Karthikeyan, no padecieron el oprobio de ser descalificados por lentos. La regla del 107% no fue esta vez su condena en la Q1. El italiano Liuzzi superó el corte con solvencia y un cierto margen: dos segundos. El indio Karthikeyan se quedó dentro por un segundo.