Guerra civil africana
Actualizado:Se ha extendido sobre los acontecimientos en Costa de Marfil una entendible, pero simplificadora, versión estándar según la cual Alassane Ouattara, un presidente elegido en noviembre pasado y privado de su victoria por un fraude organizado por su antagonista, Laurent Gbagbo, lucha dignamente por recuperar su derecho y merece, por tanto, apoyo. Esto es verdad, pero no es toda la verdad y el desenlace, probablemente favorable a sus justas aspiraciones, no significará el fin de la crisis. En realidad, lo que sucede es un asalto más en la guerra civil no oficial que vive el país. Francia, ofendida por la hostilidad que le profesa el presidente Gbagbo ha enviado fuerzas militares decisivas, vista la insuficiencia de los contingentes africanos enviados por la ONU, para instalar al estafado Ouattara. Pero al hacerlo se asocia con tropas oficiosas y semiprivadas movidas por reflejos regionales, étnicos y confesionales. París tiene aval de la ONU y hace lo que cree justo, pero también lo que es muy arriesgado y sin garantías de que el triunfo de su patrocinado traigan paz y normalidad.