SIEMPRE HEMOS PENSADO
Actualizado:Hay que convenir que las caricias de los amantes, sus cuitas, alejamientos y ajuste de cuentas, conforman un panorama visual muy cercano de los bandazos internos de la vida política partidaria, siempre tensa y egocéntrica, pasional y contradictoria. Hoy arropan sin fisuras al líder de turno, mañana tales incondicionales se levantan entre dudas y crean 'corrientes críticas' y 'terceras vías'. De todo hay en estos tiempos puntuales en el interior de la Casa socialista. Naturalmente, los comentaristas y observadores de tantos bandazos y cambios climáticos en el mapa sentimental, tenemos que tener pelos en el corazón y un escepticismo propio de postguerra destructora.
Y aquí estamos, sin casco protector en la cabeza y sin chalecos antibalas protegiéndonos el torso. Pero las balas silban sobre nuestras cabezas. El socialismo andaluz cruje en estos tiempos ante acoso virtual de la gerontocracia conservadora del PP. Siempre atacan y concentran las huestes del dicharachero Rajoy el fuego propio sobre el 'número uno' socialista de turno y pasan del número dos y siguientes. Lo tienen claro. Ayer fue Felipe en sus últimos días presidenciales y hoy le toca a Chaves y a su familia, porque contra Zapatero ya hasta celebraron sus exequias. Nos lo decían los padres de aquellas novias que tanto amamos: «Muchacho, no te metas en política». No hay treguas ni paternalismos. Pero cuidadín: los populares deberían rendir contactos con la cúpula de la Conferencia Episcopal. Pueden ser condenados al fuego eterno por tanto desprecio que destilan.
Siempre hemos pensado que la derecha es químicamente más despiadada que la izquierda. Recuerden las décadas del 'Imperio hacia Dios' y las terribles admoniciones que nos enviaba el poder eclesiástico a los pecadores sin treguas de la carne. Ser español, desde mucho antes de la existencia de la Conferencia Episcopal, ya éramos asediados en los tiempos de cuaresma por aquellos monjes que vaticinaban castigos eternos y que nadie sabía de dónde procedían. Un tufillo a aquellos religiosos encapuchados que más que andar se deslizaban en silencio nos recuerda determinados políticos integristas de estos tiempos de posible 'cambio de ciclo'. Incluso la amplia sonrisa de Arenas y su verborrea apocalíptica nos sumerge en una inquietud fuera de catálogo.