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Padres de los escolares tratan de rebasar el cordón policial. :: S. MORAES / REUTERS
MUNDO

Brasil sufre su primera matanza escolar

Un hombre de 24 años desencadena en un colegio de Río un baño de sangre tras matar a tiros a once alumnos, diez de ellos niñas

MARCELA VALENTE
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En un hecho sin precedentes en Brasil, que mantiene consternado al país entero, un hombre de 23 años entró ayer poco después de las 8.30 de la mañana a una escuela en Realengo, zona oeste de Río de Janeiro, y disparó contra niños y adolescentes durante varios minutos hasta que, acorralado por un policía, se quitó la vida. El saldo de la masacre, anoche todavía provisional, es de once niños muertos y 18 heridos, tres de ellos con lesiones de gravedad por impactos de bala en la cara o el tórax. La presidenta, Dilma Rousseff, conmocionada, lloró al comentar el suceso y decretó tres días de luto.

El atacante fue identificado como Wellington Menezes de Oliveira, exalumno de la Escuela Municipal Tasso da Silveira, el escenario de la tragedia. Sin antecedentes penales, el joven, que había visitado la institución hace un año, entró a la escuela con el argumento de que acudía a dar una conferencia. Estuvo con una maestra en una sala de lectura y luego subió al primer piso, irrumpió en un aula, sacó un revólver de la bolsa que llevaba y empezó a disparar contra los niños de octavo curso.

Al menos once fallecieron en el ataque, entre ellos diez niñas de entre 12 y 14 años. Los vecinos de la zona, que escucharon disparos durante largos minutos, llamaron a la Policía. Dos uniformados que se habían acercado vieron salir del edificio a niños, algunos ensangrentados, pidiendo auxilio. Una maestra los había mandado en busca de ayuda. Cuando el atacante intentaba subir al tercer piso del edificio, uno de los agentes logró herirlo en una pierna. Al verse cercado, el agresor se disparó un tiro en la cabeza y murió en el acto.

Desesperación

Desesperados, los padres y otros familiares de los casi 400 alumnos del turno de mañana acudieron a la Escuela Tasso da Silveira y a los distintos hospitales a los que fueron trasladadas las víctimas. El ambiente era de terror. «Fue una cosa muy grave. Nunca había visto algo así. Los niños van a quedar muy marcados», advirtió Robson de Carvalho, padre de dos niños que estudian en la escuela escenario del ataque.

Carvalho contó que su hija de 15 años le llamó para contarle que se oían tiros en la escuela y el hombre, que se preparaba para ir a trabajar, acudió corriendo. «El pánico era general. Vi a niños heridos y al supuesto tirador abatido. Mi hijo de 11 años había salido, pero la de 15 estaba todavía en el tercer piso», relató el padre. Las maestras, dijo, habían cerrado las puertas de las aulas con mesas y sillas para evitar la entrada del atacante. Los sindicatos docentes entienden que la tragedia no puede sorprender cuando faltan controles en la entrada del colegio y, además, son frecuentes las agresiones a profesores y los choques entre bandas. Pero nunca, reconocieron, se había producido en el país una pesadilla como la que se vivió ayer.

La Policía encontró una carta de Menezes cuyo texto no trascendió oficialmente, aunque según distintas versiones tiene un contenido confuso y menciona que su autor era portador del virus del sida. El atacante era un hombre muy retraído, que vivía aislado, pero no se le conocía un carácter violento. Sus vecinos se sorprendieron al saber que era el agresor de la escuela. Hijo adoptivo de una mujer fallecida hace poco tiempo, que tenía otros cinco hijos biológicos, una de sus hermanas contó que hacía siete meses que no lo veía y que en su último encuentro lo notó raro, retraído y con la barba muy crecida.

Para el gobernador de Río de Janeiro, el atacante era «un psicópata, un animal». Sergio Cabral prometió investigar su permiso para llevar armas. El hombre portaba dos pistolas y un cinturón profesional para llevar las municiones.

Por su parte y muy conmocionada, la presidenta Dilma Rousseff repudió el ataque, decretó tres días de luto y, con la voz entrecortada, desde Brasilia, pidió un minuto de silencio «por los brasileñitos que fueron retirados tan prematuramente de la vida». Rousseff subrayó que este tipo de tragedia, por desgracia más conocida en países como Estados Unidos o Alemania, no se había dado nunca en Brasil. «No era ni es característica de nuestro país vivir este tipo de crímenes», declaró.