Laurent y familia
Al líder que se niega a abandonar el poder le respaldan una esposa que atribuye a Dios su trayectoria política y el jefe de los milicianos
Actualizado:Simone Gbagbo se cimbrea al ritmo de la música, solicita a las masas exultantes que sigan su ejemplo y, tras ganarlas para la causa, exalta su ánimo proclamando que Dios concedió a su esposo la victoria el pasado mes de noviembre. El hecho tuvo lugar en el estadio de Abiyán en enero, siete semanas antes de que, al parecer, el poderoso aliado abandonara a su suerte al presidente en el búnker de la residencia oficial. Posiblemente, ahora, la primera dama consulte las Sagradas Escrituras buscando las razones de tal desaire, o rastree en sus versículos motivos para proseguir la numantina resistencia frente al acoso de las fuerzas de Ouattara.
El de primera dama no es un mero cargo honorífico. Si su esposo fue un líder del Partido Socialista curtido en la cárcel, ella ejercitó su verbo tumultuoso en la lucha sindical y en la prédica de su secta evangelista. Pero el pasado compartido en la lucha reivindicativa se trastocó en ambición conjunta cuando Laurent accedió en 2000 al poder, tras conseguir, ironías del destino, que Robert Guéï, el candidato gubernamental, reconociera su derrota.
Costa de Marfil exporta el 40% de la producción mundial de cacao y la corrupción local siempre ha estado ligada a las tasas sobre su cultivo y tráfico. A su llegada al poder, Gbagbo reordenó el sector creando cuatro organismos especializados teóricamente para regular su tráfico y fomentar la producción. En realidad, según un informe de Global Witness, son instituciones opacas que multiplican las tasas y generan un incontrolable flujo de fondos a las élites compinchadas. En 2004, el periodista canadiense Guy André Kieffer se citó con Michel Legré, cuñado del presidente. El encuentro, en un centro comercial, formaba parte de su investigación de la trama, pero el informador fue secuestrado en el aparcamiento del complejo y no se ha vuelto a saber de él. En 2006, la detención en París de un locuaz oficial del servicio secreto marfileño proporcionó un interesante dato: Simone y el ministro de Planificación y Desarrollo habían orquestado la desaparición del reportero. Dos años después, un juzgado francés requirió el testimonio de ambos.
Mientras 'madame' exhorta a su público, Charles Blé Goudé responde a los medios, ávidos de su flamígero discurso en el que apela a Gandhi o Luther King. El impulsor del Movimiento de los Jóvenes Patriotas es la mano derecha del presidente que proporciona la respuesta contundente de la 'ivorité', el nacionalismo xenófobo y antimusulmán. Su ascensión se produjo en la Federación de Jóvenes Estudiantes tras relevar a su acérrimo enemigo Guillaume Soro, primer ministro del Gobierno de Outtara y número dos del régimen en ciernes.
El desenlace del drama marfileño cuenta con numerosas víctimas y tres incógnitas. Una, la capacidad del Tribunal de la Haya para juzgar a un presidente mesiánico; dos, la posibilidad de que su brazo miliciano se convierta, quizás, en el líder de una hipotética resistencia; la tercera alude a la posibilidad de que toda una primera dama, la Hillary Clinton del trópico, pueda sentarse en un banquillo y responder, quizás, de un delito de asesinato.