opinión

Democracia, ¿qué democracia?

Lo que está pasando en Andalucía es todo un síntoma de las cosas que hemos hecho mal

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La democracia no es cualquier cosa, y ser un demócrata menos. No sé si lo ha pensado, pero si lo hace convendrá conmigo en que ser algo en la vida es muy difícil. No es fácil ser buen padre, ni ser socialista, ni ser liberal; no es fácil ser cristiano, y supongo que tampoco ser judío o musulmán, –¿y ateo, es fácil ser ateo?–. No lo es tampoco ser un demócrata. Los españoles hemos llegado a la democracia deslumbrando al mundo. Cómo es posible, decían por ahí, que estos que vienen de una dictadura de cuarenta años abracen la democracia. Y la abrazamos. O nos abrazó más bien. Tuvimos un factor a favor: la geografía, España estaba y está en Europa. Teníamos otro: la Historia. No hubo escuela, ni entrenamiento para la democracia. Creímos que la existencia de partidos políticos era vivir en democracia. Pensamos que porque hubiera periódicos había democracia. Y sindicatos. Teníamos como cierto que el Parlamento y las autonomías nos instalaban en la modernidad y en el juego democrático. Pero no hay democracia sin demócratas.

Lo que está pasando en Andalucía es todo un síntoma de las cosas que hemos hecho mal. ¿En qué momento se jodió la democracia en España, que diría el Vargas Llosa de Conversación en la Catedral? Pues el mismo día en que colocamos el poder y su consecución por encima de valores como la libertad, la tolerancia, la moral y el respeto a lo público. Tendemos a creer que la normalidad se ha instalado en nuestro sistema porque cada cuatro años votamos. O mal votamos. Estamos en un mundo de dudosas subvenciones, nombramientos inquietantes de gentes sin preparación, asesores, castas funcionariales, boato paleto y mucha propaganda en las televisiones autonómicas. Y todo eso, con la inestimable ayuda de nuestro voto, ha permitido y permite que haya partidos que llevan gobernando tres décadas una región, hasta el punto de que hay jóvenes pasados de los treinta años que solo conocen el color de un gobierno. Eso es Andalucía. Hoy esa comunidad está a punto de certificar el fin del socialismo en el poder regional y por extensión del nacional. El escándalo de los ERE, una jueza pidiendo las actas del Consejo de Gobierno, un consejero que dimite, un Parlamento regional que no investiga…y así hasta llegar a Madrid, donde Chaves, presidente de Andalucía durante lustros, se ve obligado a explicar los negocios de sus hijos a la sombra del poder que el padre ejerció.

Pero seamos justos, lo que sucede pasa porque nos falta educación democrática. Solo así, y no hablo solo de Andalucía, nuestros votos permiten gobiernos ocupando el poder durante años, políticos instalados en el disparate y en la corrupción. Si siguen es porque les votamos. Por eso creo que ellos tienen menos culpa que el que, sabiendo lo que pasa, ignora. Sí, estoy pensando en el que echa la papeleta. En usted. Y en mí, también.