PAPI

El otro día vi '¿Para qué sirve un oso?'. Y hoy, leyendo la prensa y escuchando las noticias de la radio, he concluido que también deberían hacer una comedia, en este caso italiana, sobre otra especie (en extinción, espero), titulada '¿Para qué sirve Berlusconi?' La respuesta a esa pregunta no es fácil. ¿Para hacer con él chistes y chascarrillos? ¿Para ilustrar hasta qué grado de irracionalidad y ridículo puede conducir a un hombre el machismo? ¿Para demostrar que hoy día un país civilizado puede seguir avanzando sin necesidad de gobierno? Aunque quizá la película que mejor le cuadre a Italia ahora mismo sea 'E la nave va', de Fellini. Por lo felliniano de la situación actual y porque el propio Berlusconi parece empeñado en dirigir el país como si nunca se hubiera bajado de uno de aquellos cruceros en los que trabajó como cuentachistes, cantante de medio pelo, imitador y mago.

Es obvio que el terreno natural de este sujeto, en el mar y ahora en tierra firme, nunca ha sido el puente de mando, sino el casino. Casino, para remate, es una palabra que los italianos utilizan para referirse a una situación desastrosa y que equivale a casa de citas. Y casa de citas, por cerrar el círculo, es la propia residencia del mandatario, si atendemos a las declaraciones de sus presuntas amantes: la menor, que le llamaba Papi (putativo, claro), o aquella otra que ha relatado con detalle el famoso baño nudista en la piscina con siete macizas y posterior gang-bang de pago; hazaña que habría puesto verde de envidia a Gil y Gil en sus remotos tiempos del jacuzzi, cuando todavía la viagra no se conseguía con la facilidad de un caramelo de menta. O la tal Carfagna, con la que Berlusconi sintió un fulminante flechazo («Señorita, me casaría con usted de inmediato») y que ahora es ministra de Igualdad y Oportunidades (o sea, de Disparidad y Oportunismo). Pero quizá la primera pregunta que debería formular el juez a Berlusconi si algún día tiene la suerte remota de sentarlo en el banquillo sea: ¿Para qué sirve una mujer, a su juicio?