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Ai Weiwei lanza al aire sus pipas de porcelana. :: EFE
Sociedad

Sin noticias de Ai Weiwei

El polémico artista chino desaparece tras ser detenido por la Policía en Pekín y se convierte en la última víctima del Gobierno

ZIGOR ALDAMA
SHANGHAI.Actualizado:

«Estoy preparado para afrontar las consecuencias». Así de claro se expresó Ai Weiwei hace unos meses en una entrevista concedida a este periódico. Y el artista y disidente político chino sabía perfectamente a qué se refería. No en vano, hace año y medio, unos policías le abrieron la cabeza a porrazos. Tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en Alemania para evitar que el edema cerebral le causara daños irreparables. Y, con 52 años, volvió a la carga si acaso con más fuerza. «No voy a parar», aseguró confiado en que su fama mundial le servía de escudo.

Y así había sido hasta ahora. Este año, el hijo del respetado poeta Ai Quing, ha saboreado una vez más las mieles del éxito con su exposición en la Tate Modern de Londres de cien millones de pipas de girasol producidas a mano en porcelana, pero también ha sufrido las consecuencias del explosivo cóctel que forman el autoritarismo chino y la burbuja inmobiliaria que vive el país, y que ha derribado su estudio de Shanghai. Claro que aprovechó la ocasión para lanzar algún que otro dardo contra el Partido Comunista, al que acusa de haber robado toda la tierra en 1949, «en nombre del pueblo, para dársela ahora a las inmobiliarias». No es de extrañar que, con declaraciones como ésta, Ai haya tenido más de un encontronazo con la hoz y el martillo.

Ahora, todo apunta a que está viviendo su enésima detención. Sin embargo, la situación es más preocupante que en otras ocasiones porque ni la razón está clara ni se tenía información alguna sobre su paradero a última hora de la noche de ayer. A través de Twitter, un amigo suyo relató el domingo el arresto del artista en el aeropuerto de Pekín, en el momento en el que el artista iba a embarcar con rumbo a Hong Kong. Al mismo tiempo, anunciaba que «policías de paisano y en uniforme han registrado el estudio y se han llevado a ocho trabajadores.

Más tarde se supo que también habían requisado ordenadores y arrestado a la mujer de Ai, Lu Qing, que ayer tampoco tenía ninguna información sobre su esposo: «Me interrogaron sobre sus trabajos y sus textos publicados en internet».