Las eternas dudas de Balduino
Actualizado:En Bélgica, la religiosidad empapa hasta los huesos todo el sistema político. No es un Estado confesional, pero el catolicismo actúa de aglutinante básico. No hay más que recordar un dato muy revelador: uno de los redactores de su primera Constitución se llamaba Felicité Lamennais y era un sacerdote católico. Ese espíritu confesional de antaño flota en el ambiente, por eso no indignó a la ciudadanía belga -tanto como era de esperar- la actitud que adoptó el rey Balduino en 1990: para evitar sancionar y promulgar una ley del aborto, abdicó temporalmente y así se libró de pasar por el mal trago. Esta decisión fue aplaudida por una gran parte de la población flamenca, la más monárquica y conservadora, que ahora suele acudir a rendir sus respetos a la tumba de Balduino en la Iglesia de Laeken.