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opinión

Cosas de comer

Mientras delfines, pelotas y palmeros van ocupando su lugar en el nuevo organigrama socialista nos podemos preguntar quién barre la casa

Rafael Martínez-Simancas
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La renuncia de Zapatero a no presentarse en las próximas elecciones tiene de positivo que mueve el patio político, (agita a los suyos y enerva a los rivales), pero tiene de negativo que viviremos en la más pura incertidumbre social justo cuándo mejor pulso se necesita para enderezar el rumbo. Mientras delfines, pelotas y palmeros van ocupando su lugar en el nuevo organigrama socialista, nos podemos preguntar quién barre la casa, quién se ocupa de las cosas de comer, quién gestiona con altura de miras la nación mientras la crisis no da descanso. Duda que se vuelve igual de razonable al ignorar aspectos importantes del programa de Rajoy que por no mojarse los tiene ocultos, o quizá porque tampoco quiere dar pistas al contrario.

Tenemos a un PSOE preocupado de que no cunda el pánico cuándo más de uno ya está de pie en la silla y dando voces, y a un PP que pide elecciones generales pero no quiere aventurarse en una moción de censura por falta de apoyos parlamentarios, (sin valor no se consiguen grandes metas). Si el PSOE pretendía que las municipales no fueran un plebiscito a Zapatero ha conseguido justo el efecto contrario, el personal quiere opinar también de algo más que el debate Guardiola/Mouriño y eso se va a notar en las urnas. Por delante tenemos ajustes duros que se han anunciado pero que se guardan para después de mayo: un proyecto de reducir gasto en las autonomías que sin el apoyo del PP va a ser inviable, y a un Gobierno de 17 portavoces que se han quedado mudos salvo Rubalcaba que para eso es el delantero centro. Y Zapatero paseándose por los mítines en los que ahora le aclaman tanto aquellos que le han cuestionado desde dentro con inquina. Ver para votar.

Estaríamos locos si dejáramos que el debate sucesorio ocupara más espacio que la solución al paro, (pues lo estamos). Estaríamos locos si la pelea Chacón/Rubalcaba fuera el menú de cada día, (efectivamente lo es). Completamente aturdidos si diéramos por buenos que la Junta de Andalucía colabora con la Justicia cuándo a Griñán le dimite el consejero del ramo encargado de dar los papeles que solicitaba la jueza del caso del Eregate. Y estaríamos para atarnos con una camisa de fuerza si el foco de nuestra atención estuviera en con qué mano va a saludar Zapatero cuándo se marche de la Moncloa.

Zapatero se convierte en figura decorativa, en reina madre. Mucho mejor es que hubiera renunciado dejando a otra persona que el partido eligiera para acometer un año de legislatura que se presenta complicado. Igual es que se queda para no llevarle la contraria a Botín. Ya nos enteraremos en función de qué consejos de administración acepte cuando deje la secretaría general de su partido. Eso está por ver.